Desayuno hay uno

Por , publicado el 11 de febrero de 2013

Con el Miércoles de Ceniza empieza la Cuaresma,  que es el tiempo correspondiente a los cuarenta días anteriores a la Pascua. No hay que olvidar que, en la tradición bíblica, este número toma un carácter simbólico, así como los días que estuvo Jesús en el desierto, los días y noches que duró el Diluvio universal, los años que estuvieron los hebreos buscando la tierra prometida… En Cuaresma se acostumbra hacer ayuno con el fin de liberarse de los apegos carnales y poner todo el corazón en Dios.

El hablante es hoy poco consciente de que el término “desayuno” se contrapone a la acción de ayunar: todos podemos reconocer que el prefijo “des-” denota negación o inversión del significado, y que para saber el significado de la palabra con este prefijo solo hay que negar la definición de la raíz. Por ejemplo, “desatar”, “desarmar” o “desunir” son palabras contrarias al significado de su raíz, aunque “des-” también puede indicar privación (“despiojar”), exceso (“deslenguado”), fuera de (“destiempo”) y también puede revelar afirmación (“despavorido”).

Se llama ayuno al acto de abstenerse voluntariamente de todo tipo de comida, y en algunos casos de bebida, por un período de tiempo. Puede realizarse por diversos motivos; los principales suelen ser religiosos, curativos, estéticos (dietas de adelgazamiento) o de manifestación pacífica (huelga de hambre).

Frases como “estar en ayunas”, “quedarse en ayunas”, “venir en ayunas”…  expresan el efecto de una prolongada vigilia como preparación para algo, como por ejemplo cuando se tiene que “ir en ayunas” para que nos tomen muestras de sangre. Se puede utilizar también en sentido figurado cuando uno “se queda en ayunas” porque no quedan satisfechas sus expectativas. Hay también formas que han caído en desuso o que han quedado como cultismos, como es el caso del adjetivo “ayuno”, que todavía podemos encontrar, ocasionalmente,  en expresiones como por ejemplo “estar ayuno de noticias” (es decir, carecer de estas).

El mismo verbo “desayunar” ha conocido una forma reflexiva, “desayunarse”, que hoy solo encontramos en textos literarios  pero que se conserva en alguna forma coloquial española, en frases como “esta mañana me desayuné con la noticia del temblor”. Este uso actual podría estar relacionado con un uso enfático del pronombre, por analogía con el verbo “comer” y otros del mismo campo semántico, que tampoco lo necesitan y del que pueden prescindir claramente: “nos comimos una malarrabia buenísima”, “nos cenamos una parrillada”, etc.

Karent Urízar

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