De bananas, bongós, zombis y más

Por , publicado el 1 de febrero de 2023

El español es un idioma que ha recibido múltiples influencias a lo largo de los siglos, sobre todo en el nivel léxico, que ha ido incrementándose, a través de los años, con palabras tomadas del árabe, de las lenguas indígenas americanas, del inglés, etc. Una parte de ese léxico se debe a la influencia de las lenguas africanas de los esclavos negros que fueron traídos a las colonias españolas.

La esclavitud africana, que se incrementó, sobre todo a mediados del siglo XVI, ha influido tanto cultural como lingüísticamente en América, en especial en la zona caribeña, pues la mayor parte del comercio de esclavos tenía como destino las Antillas, desde donde eran repartidos, como mano de obra al resto del continente americano.

John Lipski, en su libro El español de América (2005), explica que las lenguas africanas que llegaron a Europa y a América pertenecían a diferentes familias lingüísticas y poseían diferentes estructuras sin denominadores en común, por lo que sus posibilidades de comunicación se redujeron y los obligó a aprender el español para comunicarse entre ellos.

El elemento africano en el español se nota mediante la incorporación de nuevos términos; aunque, pese al número de esclavos que hubo, no son muchas las palabras que el español heredó, posiblemente porque muy pocas indicaban realidades que no estuvieran presentes ya en el español o porque los esclavos no tenían un trato fluido con los demás hispanohablantes.

La mayoría de palabras reconocidas fácilmente como afronegrismos están ligadas a la comida, la música y la danza, como, por ejemplo, banana (‘plátano’), bongó (‘instrumento musical de percusión, procedente del Caribe’), conga (‘danza popular de Cuba’), guateque (‘fiesta, jolgorio’), candombe (‘baile de ritmo muy vivo popular en los carnavales todavía en ciertos carnavales de América del Sur’), guandú (‘guisante’ que en Perú es conocido como frejol de palo), marimba (‘especie de tambor’), ñame (‘especie de tubérculo comestible’), bachata (‘canto popular dominicano’), etc. Sin embargo, también se registran palabras de origen africano pertenecientes a otro campo léxico como quilombo (‘lío, barullo’), vudú (‘brujería’), bemba (-a) o bembe (‘labios gruesos’), etc.

Otras palabras que tienen un origen africano han ingresado al español a través de otras lenguas. Así, del portugués nos han llegado cachimba (‘pipa o utensilio para fumar’), macaco (‘mono’), mucama (‘persona empleada en el servicio doméstico’), tanga (registrada en el DLE como voz tupí; pero que en portugués se considera palabra de origen africano); del francés ha llegado chimpancé (‘mono antropomorfo’); y a través del inglés se ha introducido zombi, término del que el Diccionario panhispánico de dudas explica que se trata de una voz de origen africano occidental, introducida en español a través del inglés, que significa ‘cadáver reanimado mediante prácticas de brujería’.

Finalmente, un dato interesante de influencia africana más allá del elemento léxico es el que menciona Lipski en su libro cuando explica que en Hispanoamérica se registran dos variantes criollas afro-ibéricas; es decir variantes que surgieron por el contacto entre el español y comunidades de habla africanas: el papiamento hablado en Aruba, Bonaire y Curaçao y el palenquero que se habla en la villa colombiana de Palenque de San Basilio.

Por lo tanto, la próxima vez que comamos una banana o bailemos al ritmo de la conga o hablemos de películas de zombis sabremos que estamos usando palabras que evidencian la influencia africana en nuestra lengua.

 

 

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