Cupido hace de las suyas en San Valentín

Por , publicado el 14 de febrero de 2012

Hoy que celebramos el día de San Valentín, habrá que andar con cuidado, pues es muy probable que topemos con algún “cupido” deseoso de hacer de las suyas y enredarnos en más de una cuita de amor. Como sabemos por la mitología, este ser con forma de niño alado, y que solía llevar los ojos vendados, era el encargado de generar el amor apasionado entre los mortales. Podría seguir contándole alguna de las travesuras ocasionadas por este pequeño ser que están recogidas en la vasta literatura grecolatina, pero esta no es mi intención.

En realidad, me he valido de Cupido para explicar una de las transformaciones, para nada apasionadas como las originadas por su flecha mitológica, sino de uso que sufren algunos nombres propios. Así, cuando digo que Rosa es una auténtica “celestina” me estoy refiriendo a que actúa como una ‘alcahueta’, es decir, como una persona que encubre o facilita una relación amorosa, generalmente ilícita, que es como aparece en la Tragicomedia de Calisto y Melibea.

Este uso, por cierto, bastante antiguo en nuestra lengua, se aplica a los nombres propios de personas que designan arquetipos humanos; así, un “judas” será un ‘traidor’, un “donjuán” será un ‘seductor’, un “quijote” será un ‘idealista y soñador’, una “mesalina” será una ‘mujer inescrupulosa’, un “nerón” será un ‘hombre cruel’, un “jeremías” será uno ‘que continuamente se está lamentando’, una “anabolena” será una ‘mujer revoltosa e intrigante’, un “tartufo” será un ‘hipócrita’, una “magdalena” será una ‘mujer visiblemente arrepentida’, y un “séneca”, un ‘hombre muy sabio’. Todos estos casos corresponden a alusiones literarias (celestina, donjuán, quijote, tartufo), bíblicas (judas, magdalena, jeremías), mitológicas (cupido, hércules), o históricas (mesalina, nerón, séneca y anabolena) que han pasado por un proceso metonímico, esto es, han dejado de ser un personaje, para designar un tipo de comportamiento humano.

Si bien la normativa académica es clara en señalar su escritura en letras minúsculas porque se han transformado en sustantivos comunes, el uso es vacilante, pues se siente muy presente el rasgo propio. Coseriu señala que esta vacilación se debe a que el hablante sigue relacionándolo con el portador del nombre y, que solo será un verdadero sustantivo común cuando la relación (portador-significado) se rompa, lo que hará que nombres como los mencionados adquieran autonomía semántica. Esto se observa en “Fulanito fue su principal mentor” que ya nadie recuerda que Mentor fue el consejero de Telémaco en la Odisea y se siente como sustantivo común.

Aunque hemos mencionado los arquetipos más conocidos, podríamos incluir también: “cenicienta”, “cantinflas”,  “barrabás”, “césar”, “lazarillo”, “mecenas”, “casanova”; así como los posibles “pelé” y “maradona” que podrían generarse en el ámbito deportivo sin la necesidad de ninguna flecha de Cupido, sino por la creatividad léxica de los hablantes y la destreza del nuevo portador.

Eliana Gonzales Cruz

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