Cuando los hechos se repiten

Por , publicado el 14 de agosto de 2012

Desde hace algún tiempo venimos usando los verbos aperturar y recepcionar sin problema. No es ninguna sorpresa para nosotros encontrarnos en textos periodísticos, fragmentos como: “Sin embargo, el Juzgado optó por no aperturarle proceso, poniéndolo a disposición del Juzgado penal chiclayano” o “La Dirandro viene coordinando con la policía mexicana la ubicación y captura de los narcos de ese país que iban a recepcionar la droga decomisada en Lima”. Sin embargo, lo que tal vez, sí podría sorprendernos es saber que hemos estado usando barbarismos.

El vocablo aperturar o aperturarse, de uso común entre los funcionarios de bancos y entidades financieras, es uno de los vicios del idioma conocido como barbarismo; es decir ‘incorrección que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios’.

Siguiendo el Diccionario panhispánico de dudas (DPD, 2005), el término aperturar, utilizado como equivalente del verbo abrir, se ha formado a partir del sustantivo apertura; pero su uso es considerado innecesario puesto que no aporta nada nuevo al idioma y, además, existe ya el verbo abrir para señalar la idea de iniciar un proceso, por lo tanto en lugar de *aperturar una cuenta bancaria, lo que en realidad hacemos es abrir una cuenta bancaria”. Este término, que en principio nació dentro del lenguaje financiero, ha extendido su uso al mundo del Derecho, por lo que es común escuchar que *se apertura el juicio, para indicar el inicio de una investigación. E incluso, se escucha en el ámbito de la economía cuando se busca *aperturar mercado con el sentido de incursionar en nuevos mercados.

Una explicación de este suceso la podemos hallar en el hecho de que aperturar está siendo utilizado como sinónimo de abrir pero especializado en aspectos abstractos dejando a abrir para cuestiones físicas; de esta manera, se abre una puerta pero no se *apertura una puerta. Lo mismo sucede con la palabra recepcionar usado como sinónimo de recibir, aunque el DPD (2005) lo califique como un neologismo superfluo, pues no aporta novedades con respecto al verbo tradicional recibir. Así, es común escuchar: *Las solicitudes se recepcionarán a partir de mañana o *Usted puede recepcionar mensajes ilimitados.

Al igual que aperturar, el verbo recepcionar se ha formado a partir del sustantivo recepción, de donde también viene recepcionista aceptado por la norma académica.

Podemos comprobarlo, a diario, que los verbos aperturar y recepcionar están siendo muy usados en nuestro medio; sin embargo, su existencia aún no es aceptada por la Academia, aunque podría llegar a ocurrir dentro de algunos años como ha sucedido antes con los verbos ofertar (del sustantivo oferta) e influenciar (del sustantivo influencia) que se registraron por primera vez en 1927 como barbarismos del idioma pero que, desde la edición del diccionario de 1984, aparecieron como sinónimos de ofrecer e influir, respectivamente. ¿Será este el mismo destino de aperturar y recepcionar? Esa pregunta solo el tiempo la responderá, por lo pronto es importante que nos quede claro que, aunque suene menos moderno, las cuentas bancarias, al igual que los juicios, se abren y no *se aperturan; mientras que las solicitudes y los mensajes se reciben y no *se recepcionan.

Lady Noelia Olivares Mauricio

2 comentarios

  • Stanley dice:

    Cada que escucho alguna de esas dos palabras como que me da un tic en un ojo, siempre me han molestado. Antes trabajaba en una cadena de tiendas de conveniencia y cuando llegaba el proveedor con su mercancia los empleados siempre le recepcionaban el producto en lugar de recibirselo y el documento que avalaba la entrega se llamaba tambien recepción en lugar de recibo, siempre intenté en vano hacerles ver el error. Con aperturar pasa lo mismo es totalmente innecesario si ya tenemos abrir. No se si en la misma situacion estan “acceder” o “accesar” y “actuar” o “accionar”

  • Carlos A. Gainza dice:

    A mí me pasa lo mismo cada (vez) que escucho objetar el verbo aperturar.

    Es nuevo para mí la existencia de “tiendas por convenencia”, lo que me ratifica que el idioma se comporta como un ser vivo (el castellano no es lengua muerta): Nace, crece, se multiplica y … Florece y también se enferma, por lo que hay que cuidarlo.

    Yo no tengo recelo al usar nuevos términos, no quiero un castellano estático que se vuelva caduco. Creo que aceptar nuevos vocablos, bien formados y empleados con la correcta sintaxis, no está mal. O, el que está mal soy yo.

    Con tal de que no se escriba asesar o axionar, ¿qué de malo tiene decir accesar o accionar? O mejor regresamos al castellano de antaño: “Moza tan fermosa/non vi en la frontera,/como una vaquera/de la Finojosa.”

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