“Credifácil” y “estanflación”, ¿qué tienen en común?

Por , publicado el 17 de septiembre de 2012

En el ámbito comercial y bancario, palabras como “credifácil”, “crediahorro”, “crediauto”, “credihogar”, “credicasa”, “credinegocio”, “credicash”… suelen ser tan comunes que casi nadie se habrá detenido a pensar en cómo se han formado. Muchos estarán familiarizados, eso sí, con el significado y el alcance que tienen en nuestros bolsillos, o mejor aún, en nuestra economía familiar. No es mi intención explicar el aspecto económico de estos términos sino el lingüístico.

Como sabemos, el hablante dispone de una serie de mecanismos para crear nuevas palabras. Uno de estos mecanismos bastante productivo es, precisamente, la acronimia. Para algunos teóricos, se trata de un procedimiento morfológico que consiste en unir, generalmente, el fragmento inicial de una palabra con el total de otra; así, en los ejemplos mencionados al inicio de este artículo, se han formado con el acortamiento de la palabra “crédito” (“credi”) seguido de “fácil”, “ahorro”, “auto”, “hogar”, “casa”, “negocio” y “cash”, respectivamente.

La misma estructura se observa también en “expocerámica” (exposición + cerámica), “ecoturismo” (ecología + turismo), “telenovela” (televisión + novela), “ciberespacio” (cibernética + espacio) y “Nescafé” (Nestlé + café). En todos estos casos, ambos componentes son sustantivos; sin embargo, podemos encontrar sustantivo + adjetivo como en “credifácil” (crédito + fácil) y en “narraurbanos” (narradores + urbanos).

Asimismo, se suele presentar acronimia cuando se ha unido el fragmento inicial de una palabra pero esta vez con el fragmento final de otra; así tenemos, por ejemplo: “electrocutar” de eléctrico + ejecutar, con el significado de ‘matar por medio de una corriente o descarga eléctrica’; “apartotel” que no es otra cosa que un hotel de apartamentos; “estanflación” para designar al periodo de estancamiento en época de inflación; y los nombres propios “Maribel” (María + Isabel) y “Marisa” (María + Luisa).

Cabe precisar, que la fragmentación a veces es arbitraria y no se respeta la descomposición silábica; así, en el acrónimo “infografía” (informática + grafía) se ha tomado ‘info’ y no el bisílabo ‘infor’. Este mismo proceso arbitrario se da en “cantautor” (cantante + autor) y en “Brangelina”, apelativo de la pareja formada por Brad Pitt y Angelina Jolie.

La coyuntura política, social y económica de los últimos años ha originado acrónimos tales como: “narcoterrorismo”, “narcodólares”, “narcoviolencia”, “petroaudios”, “petrodólares” y los ya clásicos “vladivideos” y “fujishock”. Al parecer, ni Vallejo fue ajeno a este mecanismo, pues se cree que Trilce es el acrónimo de triste + dulce.

Para terminar, he de señalar que el humor y la comicidad ha motivado a algunos creadores en formas tan originales como “parlamentidores” para nuestros parlamentarios, “politibestias” para algunos políticos nada éticos, “licenciasnos” para aquellos profesionales mediocres y, “analfabestias” para algunos cuyo comportamiento deja mucho que desear.

Eliana Gonzales Cruz

Foto: mueritz (CC BY-SA 2.0)

Un comentario

  • Carlos Felipe Hernández Villarreal dice:

    1. “No se debe confundir la verdad con lo que piensan las mayorías”. Me parece que este aserto fue escrito por el autor galo Jean Cocteau.
    2. Añado algunos otros “barbarismos” comunes en el contexto de la profesión médica:
    a)- “Cronoterapia”.
    b)- “Chocherista”.
    c)- “Ginecobestia”.
    d)- “Pirujano”.
    e)- “Bebiatra”.
    f)- “Durmiólogo”.
    Ω

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