Caja de herramientas básicas para la comprensión de los discursos científicos

Por , publicado el 14 de julio de 2021

Hace unos años, cuando le preguntaron a la doctora Ana María Harvey-Arellano, una de las académicas más destacadas en el desarrollo de los Estudios del Discurso en América Latina, sobre la importancia de analizar la ciencia como discurso, señaló lo siguiente: “En nuestra sociedad el conocimiento en general, y el científico en particular, es altamente valorado, por lo que en muchas instancias se utiliza como base de distintos procesos de toma de decisiones o se esgrime como herramienta de poder. Si aceptamos que todo conocimiento es discursivo, acceder al conocimiento científico implica conocer, comprender y caracterizar los diferentes discursos y géneros mediante los cuales se moviliza”. Y es justamente lo queremos hacer en esta entrega: mostrar una caja de herramientas que nos permita entender algo más sobre este tipo de comunicación especializada.

Siguiendo a Lerat (Las lenguas especializadas, 1997, p. 84), tal vez lo más característico de los discursos científicos sea su opacidad (en el sentido de “difícil de entender”) para quien no es especialista, ya que sus autores utilizan una determinada terminología que solo se aprende o entiende en el contexto de una determinada profesión u oficio. Además, los modos de escritura y de habla de los científicos han ido adquiriendo carácter internacional: el inglés es la lengua de comunicación entre estos investigadores. Esto, sin duda, representa otro tipo de limitación para cualquier público.

Ahora bien, no solamente se puede comprender la comunicación especializada mediante aspectos relacionados con el léxico, sino también con otros que funcionan en la vida social. En este sentido, la noción de registro nos parece muy útil para profundizar en este análisis. Esta noción se enfoca en los factores de situación que determinan el uso lingüístico, cuyas variables son tres: campo, tenor y modo. Calsamiglia, en su artículo “Divulgar: itinerarios del discurso del saber” (1997), detalla muy bien cada uno de estos aspectos en los discursos científicos. En los siguientes párrafos los sintetizamos.

¿A qué se refiere el concepto de campo? Pues, se refiere a la temática (contenido, información) tratada por las diversas disciplinas científicas en las distintas esferas de actividad en donde se desarrollan prácticas que generan discursos especializados, como, por ejemplo, en las universidades e institutos de investigación.

¿A qué se refiere el tenor? Comprende la relación entre los protagonistas de la comunicación científica, o sea, entre los interlocutores de un tipo muy sofisticado de diálogo. Sin duda, cada científico adopta una identidad como miembro de una comunidad de saberes y en ella tiene un estatus, es decir, un grado de competencia, autoridad y credibilidad. Tampoco olvidemos que, como su intención es la de crear saberes científicos, se considera que deben expresarse en un registro neutro (objetivo). Ahora bien, es muy difícil esconder del todo la identidad del autor. Esta se muestra mediante, por ejemplo, marcas de persona y presencia de citas de autoridad, todo con el fin de lograr una argumentación que satisfaga los requerimientos de la(s) teoría(s) a la(s) que se adscribe.

Por último, ¿a qué se refiere el modo? Se refiere a los medios de transmisión verbales: orales, escritos o mixtos. Sin duda, la decisión sobre qué medio usar influye y condiciona el texto. En estos contextos especializados, existen variadísimos soportes y formatos: libros, revistas impresas o digitales, videos, películas, etc. Y en cada uno de ellos existen una serie de prácticas discursivas que derivan en géneros y subgéneros discursivos con rasgos característicos por su función social y que se ajustan a unas normas muy estrictas: informes, comunicaciones, artículos de las revistas especializad9as, etc.

Y, para terminar, ¿cómo aprendemos ciencia los legos? La respuesta es mediante la divulgación científica. Volvemos a Calsamiglia (1998, “Análisis discursivo de la divulgación científica”), quien señala que esta consiste en un modo de comunicación donde se intenta la vulgarización o popularización de un saber técnico o especializado. Así que la tarea del divulgador consiste en simplificar, reducir o ejemplificar un conocimiento que está elaborado originalmente en lenguaje especializado. Es decir, la divulgación puede entenderse como una tarea de traducción e interpretación entre registros diferentes de un mismo idioma:  el tecnolecto propio de cada disciplina y la variedad funcional más general, al alcance del público. De este modo, por nuestra parte deseamos haber logrado tal objetivo de recontextualizar en una situación comunicativa común, la de este blog, un conocimiento previamente construido en contextos especializados.

                                                                                                                                                                                                                                                                            *Fuente de la imagen: https://ciencia.unab.cl/

 

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