El “ciclo de los Pizarros” de Tirso de Molina

Por , publicado el 12 de enero de 2021

Mi compañero José Elías Meza, al recomendar hace unos meses Las palabras de los reyes de Luis Vélez de Guevara, hacía referencia a cómo esta completaba argumentalmente el ciclo de tres comedias de tema histórico que compuso Tirso de Molina en el siglo XVII a mayor gloria de la familia Pizarro y sus hazañas. Como quiero imaginar la sorpresa o la intriga de algún lector al tener noticia de esas tres obras, y da la casualidad de que las leí en su momento con no poco agrado, me animo a reseñarlas brevemente en esta página.

La primera, Todo es dar en una cosa, está protagonizada por el futuro conquistador del Perú. Sin embargo, la obra carece de carácter histórico: comienza como una comedia de enredo en que Francisco Pizarro es traído al mundo clandestinamente, como hijo ilegítimo que se hará mozo entre campesinos y sin conocer su sangre noble. Esta, sin embargo, se trasluce en el valor y la gallardía del muchacho, que le hace destacar entre la cómica rusticidad de su familia adoptiva, y no tardará en manifestarse después de salvar la vida a su verdadero padre. La trama revela elementos típicos de la comedia clásica española como la defensa del honor campesino frente al abuso militar, un ideal esencial de nobleza que reside en las acciones antes que en el nacimiento o el desenlace feliz gracias a la oportuna actuación real. Aunque ni por asomo hay una ambientación americana, quedan sembradas premoniciones de la futura empresa del héroe, que al final del drama manifiesta su deseo de pasar al Nuevo Mundo y en mitad de la obra tiene una poco verosímil disputa con un también imberbe Hernán Cortés.

Escenarios radicalmente distintos a los de la Extremadura rural tiene la siguiente pieza, Amazonas en las Indias, a la que los personajes del título impregnan de un aire mítico y mágico. Se trata de unas amazonas, ciertamente, con todo de la tradición literaria grecorromana y nada de las culturas sudamericanas; que combaten a los españoles que buscan el País de la Canela, hacen alardes prodigiosos como alzar el vuelo sobre el escenario o, sobre todo, ejercen de “coro” que comenta y anticipa las peripecias del héroe.

Este es Gonzalo Pizarro, el hermano de Francisco. Su rechazo a los encantos de la reina amazona, especie de celosa Circe, y a reinar en el País de la Canela, lo lanzan a su destino trágico: atrapado entre la lealtad al soberano y el rechazo a las arbitrariedades del virrey, traicionado e incomprendido hasta por sus propios hombres, que lo proclaman soberano mal de su grado (en contraste con su rival Almagro el Mozo, quien realmente desea coronarse rey del Perú), Gonzalo es finalmente ejecutado. Esto da también mal fin a su amor por Francisca Pizarro, su valiente y juiciosa sobrina, otro ejemplo de pasión y fortaleza femeninas muy propios del teatro de Tirso. Por su parte, el papel cómico de la obra lo desempeña Francisco de Carvajal, el lugarteniente de Gonzalo, un personaje histórico que, a pesar de sus agudezas, ha pasado a la leyenda con una fama más bien terrorífica.

El glorioso desenlace para la familia está reservado al tercer hermano, Hernando Pizarro, protagonista de La lealtad contra la envidia. Nuevamente, la comedia parece plantearse como un enredo amoroso, con rivalidades encontradas, en el que el Pizarro en cuestión se muestra valiente, honesto y generoso. Igualmente se luce con las armas en el segundo acto, combatiendo a los indios durante el cerco del Cuzco, donde solo finalmente es vencido por la traición de Almagro. La ejecución de este da lugar a que Hernando regrese a España y sea encarcelado. Retoma sus amores con doña Isabel, a quien desposará, pero durante su cautiverio se van sucediendo las tristes noticias: muere Isabel al dar a luz, Francisco es asesinado, Gonzalo ejecutado por rebeldía, Perú arde en guerras civiles… Desdichas que afronta con entereza hasta la llegada final del perdón del rey y la expectativa de matrimonio con Francisca, la otra superviviente de su sangre.

No hay que buscar en la “trilogía” de los Pizarros gran rigor histórico, y de hecho abundan en ella los anacronismos. Una causa es la necesidad de condensar en el breve espacio de la representación largos periodos de tiempo; otra, la condición más propagandística que documental de estas obras. Los grandes saltos temporales y geográficos presentes en las tres obras, así como sus cambios de tono de lo heroico a lo novelesco, a veces pueden provocar la sensación de un cierto carácter fragmentario. Sin embargo, este no perjudica la lectura y puede ser estimulante para la representación. Algunos actos o escenas poseen bastante autonomía dramática; como sucede especialmente con el muy divertido “entremés del pozo” en que una india engaña a un soldado español haciéndole creer que conoce la localización de un tesoro.

Fuente de la imagen: https://linkgua-digital.com/producto/amazonas-en-las-indias/

 

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