Una reflexión sobre los actos de habla indirectos 

Por , publicado el 9 de julio de 2025

Consideremos que dos personas comparten una oficina. Llega una de ellas y le dice a la otra: ¿No crees que la música está alta? Evidentemente, en esta situación, el emisor no espera que su receptor le responda explícitamente si lo cree o no, sino que lo que pretende es pedirle a su compañero que baje el volumen de la música y, en vez de decirlo directamente, emplea una petición disfrazada de pregunta. A esto se le denomina un acto de habla indirecto. 

Un acto de habla indirecto se produce cuando el hablante comunica una idea cuya intención no es acorde con la forma literal y, en ese sentido, obliga al oyente a realizar una inferencia —en función de la situación comunicativa— para comprender el mensaje (Searle, 1977, “Actos de habla indirectos”). Por ejemplo, si es que, durante un almuerzo entre amigos, uno quiere pedirle al otro que le pase la jarra de agua, puede hacerlo de forma directa como Pásame la jarra de agua. Sin embargo, si es que no quisiera que su petición parezca una imposición, puede expresar la misma intención sin decirlo explícitamente, utilizando una aseveración como Tengo mucha sed o una pregunta ¿Podrías pasarme el agua?, donde evidentemente no se está cuestionando la capacidad de poder hacerlo, sino que se está formulando simplemente una petición. Ciertamente, para que dicha interacción sea eficaz, el interlocutor debe reconocer las normas sociales y convenciones que giran en torno al contexto comunicativo, como saber, por ejemplo, que el agua sacia la sed o la posibilidad de pedir cosas a través de preguntas.  

 Ahora bien, una de las razones principales por las que los hablantes emplean este tipo de actos de habla es para mantener la cortesía verbal. Así, para evitar la confrontación y suavizar una orden se podría decir No sería mala idea ir ya ordenando las cosas de esta oficina en vez de Ordena ya las cosas de esta oficina; de igual manera, para realizar una petición, Hace frío aquí en vez de decir explícitamente que cierre la ventana; así como, para sugerir que debería incluir gráficos en una presentación, un compañero le dice al otro: A mí me ayudó incluir gráficos en la presentación. En efecto, en dichos contextos, el emisor busca mantener la armonía social en la conversación y evitar todo tipo de conflicto.  

De igual modo, no podemos olvidar que, sea cual sea el caso, la eficacia de la comprensión del mensaje dependerá de la competencia pragmática del interlocutor, esto es, de la capacidad de interpretación del lenguaje según el contexto, el conocimiento compartido de la situación comunicativa y las normas culturales. Por ejemplo, en el caso anterior ante el comentario del amigo de cómo le ayudó incluir gráficos en la presentación, alguien pudiera no enterarse del mensaje del hablante e interpretar literalmente el texto y no como una petición y responder: Me alegro por ti. 

 En definitiva, estimado lector, los actos de habla indirectos expresan nuestras peticiones, críticas u órdenes con sutileza, y así resguardan las relaciones cordiales con los demás.   

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