¿Qué información nos brinda la oración? (II)

Por , publicado el 4 de mayo de 2020

Como decíamos en la primera parte de este artículo, la función esencial de la oración era predicar, esto es, decir algo de un sujeto por medio de un verbo conjugado; y la cantidad de información que aparecía podía extenderse según la necesidad o el gusto del hablante. Entonces, por ejemplo, el sujeto de la predicación podía especificarse más y más, conforme se le agregaban modificadores o aposiciones.

Con el verbo pasa lo mismo y, por decirlo de un modo sencillo, pasa más. Es decir, un predicado puede especificarse de distintas maneras, y, en ciertos casos, estas especificaciones son muy necesarias, al punto de que se vuelven requerimientos. El tipo de especificación posible y su obligatoriedad dependerán del tipo de verbo; por ejemplo, el verbo ser no forma el mismo predicado que el verbo comer:

Ustedes son.

Él come.

La idea en la primera oración es imprecisa frente a la idea de la segunda. El verbo ser (al igual que parecer o estar), para completar la idea de la acción, necesita especificar aquello que se es: Ustedes son estudiantes. A esta especificación se le llama atributo y es necesaria para los verbos copulativos. El comer es una acción entendible en sí misma, pero también se puede indicar aquello que se come: Él come chocolate. A esta especificación se le llama objeto directo y suele agregársele a un verbo transitivo. Por otro lado, cabe precisar que ni un transitivo admite atributo ni un copulativo admite objeto directo.

Pero de estas especificaciones nos ocuparemos en otro artículo. Hoy nos enfocaremos en las especificaciones que, sin ser requerimientos, pueden acompañar a todos los verbos: los complementos circunstanciales del predicado. La Nueva gramática de la lengua española los define como circunstanciales porque “especifican las circunstancias que acompañan a las acciones o a los procesos” y agrega que, por lo general, son “modificadores adjuntos del verbo” (no exigidos por el significado del verbo) (2009: 64). El nombre puntual de cada uno de estos complementos está definido por los datos accidentales que aportan sobre la acción. Y, dependiendo del caso, diferentes tipos de sintagma pueden desempeñar esa función: preposicionales, nominales, adverbiales, adjetivos, gerundios e incluso oraciones subordinadas (introducidas por conjunciones).

Dos son las circunstancias más comunes de las acciones: tiempo y espacio. Los complementos temporales dan una referencia del momento en que se lleva a cabo el evento. Dicha referencia puede indicar simultaneidad, pasado o futuro:

Ahora está haciendo su tarea.

Saldrá a jugar luego del almuerzo.

Vuelve a casa antes del anochecer.

También los sustantivos pueden desempeñar esa función:

Tengo entrenamiento el martes.

Y en ciertos casos la información temporal apunta a un tiempo hipotético:

Llámame cuando necesites mi ayuda.

Los complementos circunstanciales de lugar también se distinguen por la referencia: esta puede ser exacta, imprecisa, de procedencia y de destino.

Dejaste la bicicleta en la cochera.

Estará por ahí.

Llegó ayer de Piura.

Ve corriendo a la tienda.

Asimismo, en algunos casos, los complementos locativos no son simples adjuntos, sino que el verbo los requiere:

Deja la pelota donde la encontraste. [Es necesario saber dónde hay que dejar el objeto.]

Otros circunstanciales especifican información más compleja. Así, los hay de causa, aquellos que explican por qué ocurrió el evento que el verbo designa:

Está angustiado de tantas malas noticias.

Se molestó porque no llegaste a tiempo.

Existen, además, complementos de finalidad, que explican para qué se hace la acción:

Estudié mucho para el examen.

¿Lo haces por molestar?

Pero estos complementos finales no siempre son información adjunta, pues en algunos casos el verbo los requiere para completar su sentido:

La vacuna era necesaria para combatir la pandemia.

Cuando se necesita especificar la herramienta con la que se lleva a cabo una acción, se emplea también un complemento circunstancial:

Lo compró con su herencia.

Lo construí con las herramientas que me regalaste.

Por su parte, un complemento que empleamos con bastante frecuencia es el complemento circunstancial de modo, que indica la manera o la forma en que se lleva a cabo la acción.

Hice el lomo saltado como me dijiste que lo hiciera.

Llegué al salón corriendo.

No lo hagas así.

Para los complementos modales, suele emplearse los adverbios con terminación en –mente (los cuales se derivan de adjetivos) y algunas locuciones adverbiales:

A mí me gusta cocinar pausadamente, poco a poco.

No le puedes decir las cosas de sopetón.

Te fuiste a hurtadillas.

La lista de complementos circunstanciales se extiende un tanto más, pero estos son los que más empleamos en el día a día. Cabe recordar que no son las únicas funciones del predicado. Las restantes tienen distinta naturaleza y se explicarán en una siguiente entrega.

 

 

 

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