Nombres que identifican 

Por , publicado el 22 de enero de 2025

El lenguaje no solo comunica ideas, sino que también construye y refleja la identidad cultural. Dos conceptos que ilustran esta riqueza lingüística son endónimo y exónimo. Estas palabras, aunque poco comunes fuera de los ámbitos académicos, conciernen a la manera en que los lugares y sus habitantes se nombran a sí mismos y son denominados por otros. 

 De acuerdo con el Diccionario de la lengua española (2014, v. 23.8), endónimo se define como el ‘Nombre con el que un lugar es denominado en la lengua vernácula. London es endónimo de Londres’, mientras que un exónimo es el ‘Nombre con el que un lugar es denominado en una lengua distinta de la vernácula. Londres es exónimo de London’. Estos términos, a primera vista simples, abarcan profundas implicaciones históricas, culturales y políticas. Los exónimos no son siempre una traducción, sino más bien suelen originarse de la necesidad de adaptar nombres extranjeros a las particularidades fonéticas y gramaticales de una lengua distinta, como Burdeos de Bourdeaux o Japón, que evolucionó como exónimo de otro exónimo a partir de Nihon o Nippon. 

 La Ortografía de la lengua española (2010: 564) menciona que la formación de los exónimos españoles se puede basar tanto en una designación preexistente o una creación propia (Albania frente a Shqipëria, Finlandia frente a Suomi, India frente a Bhārat), como una hispanización del endónimo (Milán por Milano, Mozambique por Moçambique, Nimega por Nijmegen) e incluso una traducción, total o parcial (Casablanca por ad-Dār al-Bayda, Montenegro por Crna Gora, Nueva Jersey por New Jersey).  

 Aclaremos que no todas las regiones tienen un exónimo y la tendencia actual es usar el mismo nombre en su idioma originario; por ejemplo, no prosperó la traducción de Buenos Aires a “Good Airs” y se usa su mismo nombre. Sin embargo, como señala José Martínez de Sousa en su Manual de estilo de la lengua española (2003: 343), “en todas las lenguas existen exónimos, y todas los usan, pese a la moderna tendencia internacional (más en la intención que en la práctica) a utilizar las formas originales”. En escritos no profesionales, en la literatura y en el periodismo, los exónimos son de uso obligatorio, ya que las formas originales suelen ser desconocidas y ajenas a la fonética y cultura de cada lengua. Además, las transcripciones profesionales emplean signos que el público general no comprende, lo que podría generar confusión, por ejemplo, Copenhague en danés es København o la ciudad polaca de Łódź se suele transcribir en español como Lodz. 

Dejando aparte las meras diferencias formales entre las distintas lenguas, lo cierto es que el uso de determinados endónimos o exónimos puede adquirir connotaciones culturales e incluso políticas relevantes. Mientras que a nadie le importa que los griegos se llamen a sí mismos helenos o los húngaros, magiares, a muchos hablantes del español no les agrada que los ciudadanos de los Estados Unidos de América se arroguen el gentilicio de americanos, que debería abarcar a todo el continente, y prefieren sustituirlo por el exónimo estadounidenses. Por otra parte, el cambio reciente de algunos endónimos, como Beijing en lugar de Pekín o Mumbai en vez de Bombay, reflejan un esfuerzo deliberado por reivindicar denominaciones que refuercen la autonomía cultural con respecto a Occidente. Quizá el caso más conflictivo fuera el de Macedonia del Norte, que adoptó su denominación actual en 2019 tras una disputa prolongada con Grecia, país que objetaba el uso del término “Macedonia” al poseer una región histórica del mismo nombre, cuna además de una figura histórica de la talla de Alejandro Magno. 

En definitiva, los endónimos y exónimos son más que simples nombres: representan una ventana hacia la forma en que los pueblos se perciben a sí mismos y son percibidos por los demás, y no siempre son del agrado de todos. Analizar su evolución nos permite comprender mejor las intersecciones entre lengua, cultura e identidad, promoviendo una valoración más profunda de la diversidad cultural y lingüística. 

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