Los diminutivos en el discurso 

Por , publicado el 18 de septiembre de 2025

Los diminutivos como -ito, -ita, -ico, -ica, -illo, -illa son sufijos que se añaden a las palabras para expresar distintos significados. Si bien se les conoce tradicionalmente por emplearse para indicar reducción de tamaño del objeto designado, sabemos que esta no es su única función. Ciertamente, encontramos que el diminutivo puede también adquirir otros sentidos con matices pragmáticos dentro del discurso, con el fin de enriquecer la comunicación. En esta ocasión, estimado lector, reflexionaremos sobre algunos de sus usos. 

Una primera función es la expresión de afectividad o cercanía emocional. Por ejemplo, al decir Te guardé comidita, el uso del diminutivo transmite el afecto y la preocupación que tiene el hablante hacia el receptor; lo que implica el vínculo emocional —la familiaridad y el cariño— entre ambos interlocutores, independientemente del tamaño real de la comida. Caso contrario, tendríamos un enunciado neutral que no refleja dicha calidez emocional: Te guardé comida. 

 Asimismo, es interesante mencionar que este morfema puede adquirir un valor completamente opuesto al mencionado, esto es, con una connotación negativa como en Trajo su proyectito en una sola hoja, donde se minimiza la importancia al documento o al decir Allí viene ese doctorcito que no sabe nada, donde la presencia del diminutivo transmite desprecio, insinuando que dicha persona no es competente. De igual modo, en otros contextos, el diminutivo puede emplearse para expresar una crítica oculta o sarcasmo como en La fiestecita fue tan emocionante como un funeral. 

Otra función del diminutivo es la de actuar como mecanismo de atenuación. Así, para corregir sin confrontar y no herir al oyente, en vez de decir La comida estuvo salada, se puede optar por expresiones como La comida estuvo saladita subidita de sal. Lo mismo, si se quiere suavizar una petición u orden —y con ello evitar sonar como autoritario—, se puede decir Dale una revisadita a esto, por favor.   

Finalmente, un uso particular —aunque pueda parecer paradójico— es que, en vez de usarse para minimizar, los diminutivos pueden funcionar como intensificadores. Por ejemplo, algunas veces se tiene expresiones como El restaurante está cerquita para decir que dicho lugar, efectivamente, está muy cerca; o para decir que realmente algo fue bien largo, como El discurso estuvo larguito; o cuando se dice Quiero un café calientito para referir que lo que se desea es uno muy caliente.  

En definitiva, estimado lector, el diminutivo no es un mero morfema que sirve solo para marcar el tamaño reducido, sino también nos permite manifestar carga afectiva, enfatizar alguna característica, suavizar algunos actos comunicativos e incluso para transmitir ironía o menosprecio.  

Deja un comentario

×