La venganza del cóndor, de Ventura García Calderón

Por , publicado el 30 de mayo de 2022

No hace falta ejercer la justicia con las manos, pues las montañas, el cóndor, las boas y los ríos, atentos al sufrimiento y a las penurias del hombre andino, han establecido un pacto milenario para que, en el momento oportuno, se aplique el castigo: «…taita, los insolentes cóndores rozan con el ala el hombro del viajero en un precipicio. Se pierde el equilibrio y se rueda al abismo». Lo dicho no solo cabe en el contexto del mito, sino que encaja muy bien en las leyendas que alimentan la vida de los pueblos autóctonos de nuestro Perú y, probablemente, de otras latitudes   latinoamericanas e incluso americanas. Son historias que también imprimen una gran atracción mágica a los relatos de Ventura García Calderón (París 1886-París 1959).

Los cuentos de La venganza del cóndor discurren con ritmos distintos: con el peso del dolor del indígena, con la velocidad del arrebato del «blanco» y con la serenidad reflexiva y la mirada impávida del narrador, con quien, en algunas ocasiones, nos sentimos protagonistas y en otras…, a una montaña de distancia. Desde estos distintos ángulos, podemos apreciar los relatos que configuran su obra, como «La venganza del cóndor», primer título que imprime personalidad a la colección y que nos revela el pacto que mantiene el cóndor con el indígena para vengar el trato inhumano que recibe de un militar tirano. Yendo por la selva, nos encontramos con «Yacu-Mama», cuento que nos ofrece un escenario salvaje para una historia enternecedora, donde el estrecho vínculo entre el niño y la boa acentúa la gran fantasía vernacular. «Fue en el Perú», por ejemplo, es un relato de tema sacro, en el que la puna se transforma en el Belén que visitan los reyes magos (el blanco, el indio y el negro) para conocer al niño Jesús de color capulí: «Cuando salió el sol sobre la puna, ya estaba llorando de gozo porque en la paja sonreía su preciosura, su corazoncito, su palomita. Era una guagua linda, caray, que la Virgen, como todas las indias, quería colgar ya del poncho en la espalda. (…) Le juro por estas santas cruces que las llamas del camino se pusieron de rodillas (…)».

Como escritor modernista, Ventura García Calderón aprovecha los encantadores paisajes locales que ofrecen las regiones de la costa, sierra y selva del Perú para acercarnos con todos nuestros sentidos a las distintas costumbres y tradiciones autóctonas; de ahí que en «Viernes Santo criollo», por ejemplo, nos quedemos fascinados con la «…procesión lírica de guitarras y cohetes, con sus Vírgenes flacas y sus cholas gordas de redondo sombrero de Catacaos (…)». En La venganza del cóndor se ha logrado fabular la visión del Perú profundo no solo con un lenguaje pintoresco, sino también con un arraigado y profundo lirismo del alma andina: «Una amplia luna remontaba como las cometas de los niños serranos, suavemente hinchada de viento».

*Fuente de la imagen: Biblioteca ICPNA

 

 

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