El valor de la palabra: una mirada pragmática
Por Rosa Bobbio Álvarez, publicado el 28 de abril de 2025Para comprender el verdadero valor de la palabra hemos de considerar una mirada pragmática, pues comunicar no es simplemente transmitir información, sino que es una actividad humana compleja profundamente influida por el contexto. En La comunicación. Lengua, cognición y sociedad (2014), Escandell define la pragmática como la disciplina que permite comprender los enunciados no solo desde su estructura lingüística, sino también desde el contexto en que se producen.
En esta línea, comunicar es, ante todo, realizar actos en los que intervienen participantes que comparten y manejan ciertos estándares. Según la autora, esta actividad pragmática se sostiene sobre tres pilares fundamentales: la acción, la interacción y la convención. No obstante, antes de adentrarse en estos ejes, es necesario considerar los procesos pragmáticos que subyacen a la construcción del significado.
De acuerdo con Vera y Blanco (Cuestiones de Pragmática en la enseñanza del español como 2/L, 2014), los procesos pragmáticos asocian expresiones lingüísticas con datos contextuales para generar nuevas interpretaciones. En ese sentido, estos procesos son a) interpretativos, ya que buscan construir significados a partir de los conocimientos, experiencias y expectativas de los interlocutores; b) cancelables, dado que las interpretaciones pueden ser plausibles pero no definitivas, gracias a la incorporación de nuevos datos; c) globales, puesto que no presentan restricciones ni al tipo ni a la cantidad de representaciones cognitivas; y d) dependientes del contexto, al construirse con información tanto lingüística como no lingüística. Comprender estos rasgos es esencial para abordar la comunicación humana desde una óptica pragmática integral.
El primer eje, acción, responde a la pregunta ¿qué estás haciendo al decir eso? Cada enunciado representa una acción que activa un conjunto de requisitos, roles, expectativas, derechos y obligaciones. Por lo tanto, al comunicarnos no solo decimos algo, sino que hacemos algo con nuestras palabras. Estas acciones pueden ser asertivas (si describen algo de la realidad), directivas (cuando buscan modificar la realidad externa), expresivas (cuando manifiestan estados internos del hablante) y compromisivas (cuando generan compromisos).
El segundo eje, interacción, requiere considerar al destinatario del mensaje, lo que implica la pregunta ¿con quién estás hablando? Esto se debe a que todo acto de comunicación se establece entre personas que desempeñan roles sociales determinados. En consecuencia, la distancia social delimita las estrategias comunicativas utilizadas.
El tercer eje, convención, comprende las pautas lingüísticas y socioculturales que rigen una situación comunicativa. En este marco, resulta fundamental preguntarse ¿conoces las reglas gramaticales y culturales que organizan esta interacción? Estas convenciones son esenciales para asegurar una interacción eficaz. Como señala Escandell (2014), «los miembros de cada cultura aprenden cuáles son las normas que rigen el comportamiento, y estas normas organizan los eventos y ponen orden en la actividad humana» (p. 59).
Un ejemplo de cómo se articulan estos tres pilares es el verbo disculparse. Esta palabra alude a una acción pasada que ha provocado consecuencias negativas; pero, la gravedad de lo ocurrido determina el tipo y la fuerza de la disculpa. Así, el hablante puede emplear diversas formas lingüísticas: Perdón, lo siento mucho, ¡Perdóname!, ¿podrás perdonarme? Desde el enfoque pragmático, el acto de disculparse constituye una acción performativa, una interacción social marcada por los roles y expectativas de los interlocutores; y un conjunto de convenciones lingüísticas y culturales que validan el acto.
En suma, en la comunicación humana intervienen tanto el código lingüístico como las capacidades para procesar información, las relaciones sociales, las intenciones comunicativas, el conocimiento previo y las pautas culturales de los interlocutores. Comprender la actividad comunicativa desde la pragmática implica reconocer que las palabras son actos guiados por la interacción y convención, y que solo a través del contexto se puede acceder a su sentido pleno.