Ya vinieron ellos cargaditos de aguinaldos…

Por , publicado el 7 de enero de 2013

Seguramente se habrá preguntado ¿quiénes?, y de emoción, a lo mejor, habrá pensado que uno de ellos podría ser su jefe que de corazón generoso le dará una gratificación extra para que disfrute el verano. No vaya tan lejos con su imaginación, recuerde que ayer fue 6 de enero y que hace más de dos mil años tres personajes llegaron a Belén guiados por una estrella. ¿Ya dio con ellos?

Los Reyes Magos, según San Mateo, eran personajes orientales con profundos conocimientos astronómicos que guiados por una estrella llegaron hasta Judea para ofrendar oro, incienso y mirra al Niño Dios. La denominación de Reyes se deduce del Salmo 72, 11: “Todos los Reyes se postrarán ante Él”. Se les llamó Magos porque quizá provenían de una casta de sacerdotes zoroastros, que desarrolló una religión con elementos de gran prestigio en la antigüedad: la astrología y la magia, de modo que eran reconocidos como hombres sabios capaces de vaticinar el futuro. Este significado de magia es distinto del que hoy entendemos como tal: ‘arte o ciencia oculta con que se pretenden producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres inimaginables, resultados contrarios a las leyes naturales’ o ‘encanto, hechizo o atractivo de alguien o algo’ (Diccionario de la Real Academia Española: 2001). Precisamente, este último significado ha sido la mejor arma poética comercial para adornar los avisos publicitarios, como en la sonada “Mágica Navidad” y los “Días Mágicos” de renombradas tiendas que como por arte de magia –valga decir– nos envolvieron en el vaivén de las compras navideñas y de fin de año.

¿Y por qué vienen “cargaditos de aguinaldos”? Como sabemos, ofrendan oro, incienso y mirra, aguinaldos que le traen al Niño Dios. Aunque hoy entendemos por aguinaldo a las gratificaciones o remuneraciones económicas adicionales pagadas a los trabajadores en determinadas fechas del año, en los villancicos significa ‘regalo que se da en Navidad o en la fiesta de la Epifanía (festividad que celebra la Iglesia anualmente el día 6 de enero)’. Así lo registra el DRAE (2001) junto con ‘regalo que se da en alguna otra fiesta u ocasión’. Ahora entendemos mejor el villancico que dice “En la puerta de mi casa / voy a poner un petardo / para reírme del que venga / a pedir el aguinaldo”. Podemos pensar, entonces, que se generalizó su significado, pasó de referirse solo a los regalos de Navidad y de Epifanía a los regalos de diversas ocasiones, pero también se restringió al de remuneraciones laborales extras, uso que se prefiere actualmente.

En nuestro ámbito, la llegada de los Reyes ha marcado la tradición popular con la celebración de las famosas “bajadas”, llamadas así porque en ellas se baja o desmonta el nacimiento. Aquí lo religioso se mezcla con lo mundano en las fiestas ofrecidas por propietarios de nacimientos, que en la mayoría de los casos ven en ellas una forma de ganancia económica, un estilo semejante al de las conocidas polladas. Los asistentes que aportan económicamente son los padrinos de la bajada, que ordenados en fila uno a uno van bajando las figuritas del nacimiento. Este significado del padrinazgo varía un poco del que conocemos comúnmente, pues el padrino de una bajada es el que aporta económicamente, incluso hay uno principal porque da más dinero. Así da fe un villancico cantado para incentivar públicamente a los padrinos a ser generosos con sus propinas y de esa manera ganarse el derecho a bajar la figura más importante, el Niño Dios: “Cuál de los padrinos será el mejor / Será don fulano por el Niño Dios”.

Bueno pues, ha llegado la hora de terminar las celebraciones iniciadas por Navidad y de guardar los adornos navideños para el próximo diciembre. Antes de bajar el nacimiento, vendría muy bien poner a los pies del Niño Dios uno de esos aguinaldos espirituales que lo ponen muy feliz, uno de esos regalos inmateriales que le agradan tanto porque nos salen sencillamente del corazón.

Claudia Mezones Rueda

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