Un bringdir’s por el Año Nuevo

Por , publicado el 31 de diciembre de 2012

Hoy al dar las doce, estemos donde estemos, abriremos una botella de champán, brindaremos por el año que se va y por la ilusiones que llegan, haremos las famosas cábalas, según la tradición de cada uno, y celebraremos rodeados de serpentinas, trompetines y matracas.

El Año Nuevo es una de las más antiguas y universales festividades que celebraban ya los babilonios, los egipcios y, por supuesto, los romanos quienes establecieron el 1 de enero como el comienzo de un nuevo año.

La celebración empieza el 31 de diciembre en la llamada nochevieja, considerada como la última noche del año. El término nochevieja se crea por calco léxico; es decir, por imitación del vocablo nochebuena, la noche de la vigilia de Navidad, celebrada exactamente una semana antes. Al respecto, la Real Academia Española (RAE), en el Diccionario panhispánico de dudas (2005), recomienda escribir juntos los dos términos que forman esta palabra: es mejor nochevieja que noche vieja. Además, admite el plural nocheviejas, lo cual es una clara muestra de la extrema cohesión o unión de las palabras que forman este término compuesto. Sin embargo, permanecen separadas las palabras de la denominación Año Nuevo.

Al sonar las doce campanadas que separan la nochevieja del nuevo año, se marcará, para muchos, el inicio de un tiempo mejor; y para asegurarlo, algunos acudirán a la práctica de las famosas cábalas, nombre que reciben las tradiciones o supersticiones que suelen practicarse para atraer la buena suerte en el nuevo año que se inicia; sin embargo, la etimología de esta palabra dista mucho de ese uso, pues cábala proviene del hebreo qabbālāh y denota una especie de tradición oral secreta, un sistema completo de pensamiento y actuaciones místicas, que durante miles de años se ha guardado celosamente por los judíos. Parte de la cábala está relacionada con las habilidades mágicas, de allí que hoy se les llame así a las fórmulas mágicas que tienen como fin atraer la buena suerte a nuestras vidas.

En nuestra celebración no puede faltar el brindis. Según el Diccionario de la Real Academia Española (2001), el término brindis proviene del alemán bringdir’s (‘yo te lo ofrezco’) y significa acción de brindar con vino o licor. Los historiadores relatan que el origen del término se remonta al siglo XVI, cuando las tropas de Carlos V toman de forma victoriosa Roma y la saquean. Por este motivo, los mandos militares llenaron sus copas de vino, las alzaron al frente y dijeron la frase: “Ichbringdir’s” (‘yo te lo ofrezco’).

Por otro lado, el gesto de chocar las copas en el instante del brindis tenía que ver con la muestra de confianza que el anfitrión ofrecía a sus invitados. Así, se cuenta que en tiempos antiguos, como la forma más común de eliminar a un enemigo era utilizando veneno, cuando un rey ofrecía una bebida a otro, ambas copas se chocaban con el fin de hacer salpicar o mezclar su contenido. De esta manera, se demostraba que no se ofrecía ningún tipo de bebida envenenada; en caso contrario, el veneno quedaba repartido.

Y para terminar, no podemos dejar de aludir al tan pronunciado chin-chin que acompaña al brindis. La explicación más extendida acerca del origen de este término es que se trataría de una onomatopeya o palabra creada para imitar el sonido del choque de las copas con las que se brinda; pero, lo que pocos saben es que posiblemente esta expresión proviene del puerto de Cantón, en el sur de China. En el siglo XVIII, en la jerga inglesa que se utilizaba en los puertos de China, se usaba la frase “ts’ingsts’ing” como una expresión de cortesía y bienvenida. Los mercaderes y marineros británicos la introdujeron en el lenguaje popular de su país en donde se transformaría en el más conocido chin chin que se extendió a muchos países occidentales.

Entonces, no me queda más que levantar mi copa de champán y hacer un brindis con ustedes por un FELIZ AÑO… ¡chin-chin!

Lady Noelia Olivares Mauricio

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