“Tropezones” lingüísticos

Por , publicado el 5 de noviembre de 2012

Sabemos por experiencia que la lengua oral suele ser menos cuidada que la escrita. Esto se debe, probablemente, a que nos detenemos muy poco a pensar en los obstáculos que nos impiden hablar con propiedad o con una correcta pronunciación; y así, solemos pronunciar expresiones tales como: Me di un trompezón, Se puso de cunclillasAterrizó en el moderno aereopuerto, Donó todo a la Sociedad de Beneficiencia de Lima.

¿Qué ha pasado en trompezón, cunclillas, aereopuerto y beneficiencia? ¿Por qué son considerados incorrectos? Porque en todos  hemos añadido sonidos innecesarios. En el primer caso se ha añadido el sonido /m/; en el segundo, /n/; en el tercero, /e/; y en el cuarto, /i/. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué el hablante los añade?

He llamado a estos casos “tropezones” o “tropiezos” lingüísticos porque, al igual que hacemos cuando tropezamos (‘dar con un obstáculo al andar’), también aquí nos topamos con un obstáculo más bien lingüístico. Lo más curioso de todo esto es que es el propio hablante el que coloca dicho obstáculo, sin saber que no debería hacerlo y pronuncia: trompezón, cunclillas, aereopuerto, beneficiencia, diferiencias, preveer, inrompible, bacalado, enciya, celosiya, sandiya, desaveniencias, indiosincrasia, fascineroso, conlindante, transplante… En todos ellos se ha producido una  epéntesis.

Etimológicamente, epéntesis proviene del griego epénthesis que significa ‘agregar en medio’ o ‘intercalación’; y eso es precisamente lo que el hablante poco cuidadoso hace: añadir o agregar sonidos en el interior de una palabra: /m/ en tropezón; /n/ en cuclillas, en irrompible, en idiosincrasia, en colindante y en trasplante; /i/ en beneficencia, diferencias y desavenencias; /e/ en prever y aeropuerto; /y/ en encía, celosía y sandía; /d/ en bacalao; y /s/ en facineroso.

Esto ocurre, probablemente, porque el hablante establece falsas relaciones. Así, por ejemplo, en trompezón ve una posible relación con trompa; en aereopuerto, con aéreo; en beneficiencia, con beneficio; en preveer, con proveer. Otras veces, sabe que no debe omitir el sonido /d/ de los participios trabajado, estudiado… por lo que lo añade a bacalado; lo mismo que /y/ en enciya, celosiya y sandiya, siempre y cuando sea yeísta, de lo contrario añadirá /ll/: encilla, celosilla y sandilla. Aquí también sabe que sería un grave error omitir la palatal y pronunciar gaína, cuchío, mantequía; en lugar de las formas correctas gallina, cuchillo y mantequilla. Podemos incluso asegurar que cree ver prefijos negativos en desvastar por devastar y en disgresión por digresión.

Si bien todas estas formas son consideradas vulgares, es importante aclarar que algunas están recogidas en el último Diccionario de Americanismos (2010): trompezón (El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y Chile), encilla (zona rural argentina), fascineroso (Panamá, Cuba y República Dominicana con el significado de ‘persona de mal aspecto en su presentación personal’), sandilla (El Salvador y en la zona nororiental de Costa Rica, en donde existe además sandillal ‘terreno plantado de sandías’). Como peruanismo de poco uso se registra sandillar con el mismo significado de sandillal.

Cabe señalar que hay casos en los que sí pueden alternarse como correctas las dos formas, por ejemplo: radioactivo o radiactivo, transandino o trasandino, arterioesclerois o arteriosclerosis, consciencia o conciencia, postdata o posdata.

Ahora bien, en el uso descuidado de la lengua oral, el hablante tiende no solo a añadir sonidos, como los ya mencionados, sino también a quitarlos o suprimirlos ya sea en el inicio de una palabra (aféresis): amá en lugar de mamá; en el interior (síncopa): he trabajao, en lugar de he trabajado; o en el final (apócope): soledá, en lugar de soledad. Todas estas formas son consideradas incorrectas por lo que deben evitarse.

Eliana Gonzales Cruz

2 comentarios

  • ¡Una iniciativa estupenda! Enhorabuena.

    Sergio.

  • francisco dice:

    Está buena la propuesta de “tropezones lingüísticos” . Aquí en la zona donde resido, norte argentino mucha gente suele agregar una “a” al inicio de palabras como: “jubilado”, “traga” y dicen: ajubilado, atraga, etc. La pregunta es, ¿por qué será? También suelo escuchar: arquilino en vez de “inquilino”. Gracias por la atención. Francisco.

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