“No hay que llevar… ¿Para qué llevar…?”

Por , publicado el 10 de marzo de 2021

¿Quién, para referirse al parecido entre un padre o una madre y su hijo, no ha comentado alguna vez De tal palo tal astilla? O quién no ha señalado A buen entendedor, pocas palabras para dar a entender que, si la persona que está escuchando se considera inteligente, no necesitará una explicación… Son muchas las situaciones en las que una palabra no es suficiente para expresarse. Sin embargo, lo maravilloso de una lengua, en este caso del español, es la capacidad de sus hablantes de sobrepasar tales límites conceptuales e ingeniárselas para crear modalidades semánticas que responden a diferentes intenciones en distintas situaciones. De esta forma, para expresar un mismo concepto, la sabiduría popular de cada región se vale de este tipo de construcciones. Verbigracia, para referirse al hecho de que no tiene sentido llevar algo que se sabe que abunda en un lugar, los ecuatorianos dirán ¿Para qué llevar piñas a Milagro?; en Venezuela, la expresión será No hay que llevar chivo para Coro. Mientras que, en México, la expresión para referirse a esta situación es No hay que llevar piedras al campo y en Chile, ¿Para qué llevar leña para el monte?

Estas construcciones pueden entenderse como lexías complejas en cuanto que se comportan como unidades morfológicas que conforman un nuevo concepto a partir de la unión de dos o más palabras que no se relacionan con el significado que estas poseen por separado. Patricia Avilés Retamal y Lésmer Montecino Soto, en Lexías complejas en un corpus periodístico chileno, explican que este tipo de lexías  «suponen la combinación estable de dos o más términos, cuyo valor no implica la suma de sus significados particulares, sino que constituyen un todo único e indivisible» (1999: 204) que, por su uso frecuente pasan a formar parte del vocabulario, ya sea de una lengua en general o de los hablantes de un país o lugar en particular.

Otras construcciones que se consideran lexías complejas son las perífrasis verbales que se componen de tres elementos: el verbo auxiliar en forma personal, los nexos –que pueden aparecer o no– y un verbo principal en forma no personal: Voy a caminar.

Por último, pertenecen a las lexías complejas las locuciones, grupos de palabras que funcionan como una sola y entre las que, dependiendo de su constitución y función gramatical, pueden distinguirse varios tipos: las preposicionales (Llegaron a pesar de todos los contratiempos), las conjuntivas (Con tal de que vayas…), las adjetivas (un hombre de principios) y las adverbiales (Vino en el acto).

3 comentarios

  • Paco (con ñ) dice:

    Curioso el mundo de los refranes (proverbios o adagios).
    Aún hablando el mismo idioma, y según las regiones, muchas veces precisan de una explicación para su comprensión.

  • Jacinto Gonzales dice:

    ¿Quién, para referirse al parecido entre un padre o una madre y su hijo, no ha comentado alguna vez De tal palo tal astilla?

    No es tan así, “De tal palo tal astilla” más se usa para referirse, por ejemplo, al hijo de un artista o de un delincuente. Usar esa expresión en el caso del hijo parecido al padre o a la madre, podría sembrar una duda acerca de la paternidad. Que casos se dan.

  • Jacinto Gonzales dice:

    Como en otra entrada me dicen que ahí, por el momento no reciben comentarios, lo hago acá:

    Hace un tiempo, en broma y en serio pregunté ¿para qué sirve estudiar filosofía?
    En serio y en broma, me contestaron “Para enseñar filosofía”.

    Y hoy, más en serio que en broma, pregunto ¿para qué me sirve saber que hilo musical o llave inglesa son compuestos pluriverbales,

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