Mi corazón, mi terroncito de azúcar 

Por , publicado el 14 de febrero de 2024

En el 2003, el grupo mexicano Café Tacuba lanzó lo que para mí es una de las canciones más bonitas en español: Eres. Recuerdo que, en ese entonces, pensaba en las distintas formas que el compositor había creado para referirse a la persona amada: lo que más quiero en este mundo / mi pensamiento más profundo / cuando despierto, lo primero… Y es que, definitivamente, el amor es el sentimiento que más inspira el lenguaje metafórico.  

La metáfora es una figura retórica que consiste en la ‘traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, como en las perlas del rocío, la primavera de la vida o refrenar las pasiones’ (DLE, 2014, v. 23.7). Se usa no solo en la literatura, sino también en el periodismo, en la música y en el lenguaje cotidiano.  

Con regularidad, los hablantes mencionan otras realidades, concretas o abstractas, para evocar el amor. Por ejemplo, en Él es mi tesoro, lo mejor que me ha pasado en la vida, lo concreto es tesoro que se refiere al amor como ‘persona amada’, mediante el sentido de ‘extremadamente valioso’. Lo mismo pasa con corazón, órgano sin el que no podríamos vivir y que, tradicionalmente, se considera como el albergue de los sentimientos, por lo que se entiende el amor como ‘algo o alguien imprescindible para la existencia’: Te regalo estas rosas, mi corazón 

El lenguaje poético de las canciones también se caracteriza por el uso de metáforas, por ejemplo, en El amor, canción del artista Tito el Bambino: una magia / una simple fantasía / es pureza; o en Eres de Café Tacuba: mi salvación, mi esperanza y mi fe. En estos casos se han usado sustantivos abstractos.  

Algunas veces la sinestesia interviene en la creación de una metáfora, cuando el significado de amor se traslada a otros nombres que se relacionan con los sentidos; como dulce: El amor es el dulce de mi vida o terroncito de azúcar: Le regalaré unas hermosas flores a mi terroncito de azúcar. Aunque si el amor no funciona como se esperaba, se puede usar el oxímoron azúcar amargo. 

Las posibilidades son infinitivas. La creación de una metáfora para representar el amor dependerá, desde luego, de las experiencias del hablante y del significado que quiera aportar a este sustantivo. El amor puede ser un viaje porque nos lleva a conocer nuevos lugares y tener nuevas experiencias, puede ser un lazo porque nos sentimos unidos a otra persona, o un rayo de luz porque nos devuelve el ánimo y el entusiasmo. Toda esa creatividad lingüística la vamos a necesitar este 14 de febrero.  

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