El sufijo apreciativo-aumentativo -ón

Por , publicado el 22 de febrero de 2016

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Las connotaciones afectivas (afectos o desafectos) de las expresiones lingüísticas, en el español, se pueden dar por diferentes medios. En primer lugar, está la entonación, fuerte vínculo de connotación afectiva hasta el punto de que es posible modificar una expresión cariñosa en irónica, ofensiva o humillante con solo cambiar la entonación. También se dispone de medios léxicos como las interjecciones (¡travieso!, ¡auxilio!) o palabras que cambian la connotación de lo dicho: Me cae cuáquer. Aquello fue una noticia bomba. Asimismo están los recursos sintácticos como la reiteración (Fue horrible, horrible, horrible), entre otros.

A todo esto, se suman los recursos morfológicos, es decir, los diferentes afijos apreciativos (especialmente sufijos), que se añaden a una palabra, y que sin crear una nueva agregan un matiz expresivo al significado. Estos afijos suelen distribuirse en tres grupos: diminutivos (cariñito, amorcito, pequeñuelo, pececillo, etc.), aumentativos (carterón, librazo, amorzote, etc.) y los despectivos (pajarraco, mujerzuela, maestrucho, gentuza, etc.). Esta clasificación es aproximada, ya que no hay límites muy definidos entre ellos, pues a veces los diminutivos pueden expresar más que tamaño pequeño, afecto; así por ejemplo, la mamá cuando habla de “su hijito” puede que se esté refiriendo a su hijo mayor que además es de gran tamaño. Los aumentativos se asocian con la idea de grande, pero también a connotaciones negativas; y los despectivos –según el contexto– pueden aportar un sentido afectivo positivo (Ladronzuela, ¡te atrapé! Puede decirle la madre a su pequeña que se está comiendo las galletas que ha preparado).

Entre estos sufijos apreciativo-aumentativos está -ón. Es el sufijo más usado de entre los de su clase. No solo se utiliza en el campo nominal sino también en derivados verbales, de los cuales ha surgido su valor de golpe “dado con” o “recibido en”. (Cfr. Fernando Lázaro Mora Gramática descriptiva de la lengua española, T 3, 2000: 4663).

Asimismo, el sufijo -ón ha conservado, aumentándolo, el significado latino –referido a nombres de partes del cuerpo humano de tamaño desmesurado o llamativo–: barrigón, narigón, cabezón, etc. La expresión de la exageración hizo que se empezara a usar como apreciativo-despectivo, extendiendo su significado a otro tipo de palabras que ya no se referían al cuerpo: solterón, beatón, etc. Pero su función específica y de gran vitalidad hasta ahora es la aumentativa.

Entre las palabras que con el sufijo aumentativo intensifica la acción denotada por la base están patadón de patad(a) y simplón de simpl(e). La Nueva gramática de la lengua española (2010) no considera aumentativos los sustantivos de personas que proceden de verbos (abusón, criticón, dormilón) ni los que denotan golpe o movimiento brusco (empujón, estirón) ni los adjetivos que indican carencia (rabón, pelón), aunque lleven el sufijo -ón.

Tampoco se consideran aumentativos, las palabras terminadas en –ón, -ona que están ya lexicalizadas; es decir aquellos términos que en algún momento de su uso fueron apreciativos, pero que con el paso del tiempo han perdido este sentido: almohadón, cinturón, colchón, jarrón, salón. Así, hoy en día, por ejemplo, el aumentativo de almohadón sería almohadota, de colchón, colchonzazo, etc. Incluso, en algunos casos, el término lexicalizado designa entidades de tamaño inferior como en perdigón, ratón, callejón.

Además, la valoración indicada por el aumentativo -ón puede aportar, en algunos casos, una connotación positiva: fortunón, peliculón; o, negativa (sea en masculino o femenino): barrigón, cabezón, etc., considerados más como despectivos que como aumentativos. A veces son neutros desde el punto de vista afectivo como en manchón, problemón, nubarrón ( Cfr. Nueva gramática de la lengua española, 2010:170).

En conclusión, el sufijo -ón, en esencia una partícula aumentativa, es una de las más usadas para la formación de términos no necesariamente con valor de grande o de golpe, tal como hemos podido apreciar en este breve recorrido lingüístico.

Nelly Trelles Castro
Universidad de Piura

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