El abecé

Por , publicado el 23 de septiembre de 2013

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El aprendizaje de una lengua empieza por el dominio de un elemento básico: su alfabeto (abecedario o abecé); es decir, la serie ordenada de letras que se emplean para representar una lengua de escritura alfabética, como el español. En este sentido, una lectura del primer capítulo de la nueva Ortografía de la lengua española (2010) ofrece interesantes datos, quizá desconocidos para algunos.

El español tomó del latín veintiuna letras: A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X, que los romanos empleaban solo en mayúsculas. En el siglo II a. C., el latín sumó dos letras más, tomadas del griego: la Y, “i griega” (o “ye” como se recomienda actualmente), frente a “i latina”, y la Z, agregadas al final de la lista.

Sin embargo, el abecedario español cuenta con 27 letras, es decir, 4 más que, aunque ligadas al alfabeto latino, fueron incorporándose a lo largo de la evolución del castellano: la J, la Ñ, la U y la W. En primer lugar, la jota era la variante de la i latina (de ahí que ambas conserven el punto), y ambas podían representar sonidos vocálicos o consonánticos. Pero, a partir del siglo XVI, empezaron a diferenciarse, hasta que unos siglos después la i se fijó como sonido vocálico y la jota, como sonido consonántico, de lo cual dan testimonio palabras como “jurista”, que procede del latín ius, iuris; o “jugar”, del latín iocare o la misma “jota”, de iota. Lo mismo sucedió con la u, variante de la V. Por este motivo, al ser incorporadas al alfabeto español, estas letras se ubican al lado de las que se originaron, anteponiéndose en el orden la vocal a la consonante: i-j; u-v.

Ligada a la uve, está también la W (uve doble o doble uve), que se sumó al alfabeto recién en 1969, a pesar de emplearse ya en el castellano medieval para introducir voces tomadas de las lenguas germanas, pues estas contaban con un fonema que el latín no tenía, pero que se representó en la escritura duplicando la uve (W), por lo que se coloca luego de esta en el alfabeto.

Por último, la ñ deriva del dígrafo “nn”, empleado para representar el fonema /ñ/, inexistente en latín, y que los escribanos abreviaban con una sola ene con una virgulilla encima, para distinguirla de la ene, al lado de la cual se ubica actualmente.

Shirley Yanuaria Cortez González

4 comentarios

  • José Ruiz Huidobro dice:

    Algo escuche o leí alguna vez respecto de la “Ñ”, en el sentido que fue el rey Alfonso X El Sabio quien dispuso, seguramente mediante algún bando real o similar, que la “nn” se escribiese como la “Ñ” actual. No se sí lo hizo tomando la costumbre de los escríbenos de abreviarla, costumbre a la cual le habría dado carácter de mandato real o si directamente inventando esa grafía y ordenando que se usase.

    Sobre la intervención del Estado en la gramática, recuerdo que alrededor de 1980 se dio un decreto supremo o alguna norma legal equivalente, ordenado que CUZCO NO SE ESCRIBIESE CON ZETA SINO CON ESE: CUSCO.

    ¿Ha escuchado algo sobre la Ñ y lo que Alfonso x?
    Atentos saludos y felicitaciones por la labor que realiza, el Perú la necesita a gritos.

  • Rômulo dice:

    Soy un apasionado por la lengua española y me gustaria saber cual es el verdadero sonido de la jota, pues unos me dicen que es igual a la “r” del portugués, otros que es más suave! Podrían sacarme de dudas?

  • Al Sanmi dice:

    Y, ¿la CH?, en qué momento fue incluida… y hasta cuándo fue considerada en el alfabeto…

  • Castellano Actual dice:

    Estimado lector:
    La ch es un dígrafo que tiene origen latino. Al parecer se usó en las traducciones griegas que se hacía de la letra X inexistente en latín. El sonido actual se originó en el francés medieval. Ahora bien, fue considerada como una letra del alfabeto español en la Ortografía de la lengua española de 1754; y, a partir de la publicación de la cuarta edición del Diccionario de la lengua española (1803), este dígrafo tuvo un apartado. Será en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (1994) que se decide adoptar el orden alfabético latino universal; es decir, se acordó considerar letras del abecedario solo los signos simples. Así, los dígrafos ch y ll pasaron a ubicarse dentro de la c y de la l, respectivamente.
    Vale la pena aclarar que esta decisión no significa que ambos hayan desaparecido de la escritura. Claro que no, solo que han dejado de contarse entre las letras del abecedario.
    Saludos cordiales.
    Castellano Actual

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