Don Quijote, don Juan y la Celestina: Epónimos literarios

Por , publicado el 3 de febrero de 2021

El ser humano es y ha sido siempre creativo al momento de comunicarse, y busca diferentes medios para hacerlo de manera atractiva, reflexiva, significativa,  etc., usando diversas estrategias para aumentar su vocabulario y ser efectivo en su comunicación. En este artículo, titulado como el clásico ensayo de Ramiro de Maeztu (1925), se trae a reflexión el uso de nombres propios de personajes literarios que han sido recordados por algunas de sus características y han pasado a ser sustantivos o adjetivos en la vida cotidiana; lo cierto es que algunas veces se desconocen estos orígenes, lo que hace que el hablante pierda parte del significado. Estas palabras son llamadas epónimos y se refieren a ‘lo dicho de una persona o de una cosa: que tiene un nombre con el que se pasa a denominar una ciudad, una enfermedad, un concepto, etc.’ (DLE, 2014).

Entre los términos más reconocidos, fuera del texto literario, están los derivados del nombre de don Quijote. Lo encontramos, por ejemplo, en titulares como Día del Libro: El Montevideo más quijotesco (Público, 23 de abril de 2020), pero, más allá de la consabida relación entre la fecha mencionada y la famosa novela, hay significados que se aplican a contextos diferentes. En el DLE (2014) se define quijote como el ‘hombre que, como el héroe cervantino, antepone sus ideales a su conveniencia y obra de forma desinteresada y comprometida en defensa de causas que considera justas’, y también como ‘hombre alto, flaco y grave, cuyo aspecto y carácter hacen recordar al héroe cervantino’. Además, se pueden encontrar términos como quijotería (‘modo de proceder de un quijote’), quijotesco/a (‘semejante a don Quijote de la Mancha, por sus acciones o por su aspecto’), quijotesa (mujer que posee las cualidades morales de un quijote), quijotada (‘acción propia de un quijote’), quijotismo (‘exageración en los sentimientos caballerosos’ o ‘engreimiento, orgullo’). Como puede apreciarse, estas dos definiciones encierran un tono peyorativo, frente a la connotación más bien heroica de las anteriores, lo cual nos recuerda la compleja mezcla de nobleza e insensatez del hidalgo de Cervantes.

Como segundo caso, comentaremos el término proveniente de don Juan, otro personaje arquetípico de la literatura española. Este don Juan aparece por primera vez en la comedia El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), atribuida tradicionalmente a Tirso de Molina. El personaje ha sido recreado posteriormente en la literatura universal por autores de la talla de Molière, Mozart o lord Byron, aunque el más famoso en nuestra lengua es el Don Juan Tenorio de José Zorrilla (1844). El nombre del personaje se ha popularizado tanto que ha pasado a usarse en un solo lexema, donjuán, para referirse a lo que el DLE (2014) define como ‘seductor de mujeres’; al tiempo que tenorio ha acabado por significar ‘Hombre mujeriego, galanteador, frívolo e inconstante’. Y es que donjuanes y tenorios se caracterizan por su sucesivo ejercicio de la seducción, el engaño y la huida, como se aprecia en los famosos versos del acto I (escena XII) del drama de Zorrilla:

DON LUIS                 ¡Por Dios, que sois hombre extraño!

¿Cuántos días empleáis

en cada mujer que amáis?

DON JUAN              Partid los días del año

entre las que ahí encontráis.

Uno para enamorarlas,

otro para conseguirlas,

otro para abandonarlas,

dos para sustituirlas,

y una hora para olvidarlas.

El último personaje célebre del que hablaremos aquí es, sin embargo, el más antiguo: la Celestina de la Tragicomedia de Calisto y Melibea de Fernando de Rojas (s. XV). Esta vieja, siniestra intermediaria entre los dos amantes del título, se hizo tan renombrada que la obra se habría de popularizar bajo su nombre. Además, el DLE (2014) define el término celestina como ‘alcahueta’ (‘mujer que concierta una relación amorosa’) y también como ‘persona que facilita o promueve de manera encubierta contactos con fines políticos, comerciales o de otro tipo’. Además de admitir el género masculino (celestino), podemos encontrar derivados tales como celestinear (‘ejercer o practicar la función propia de una celestina’) o el trío de sustantivos celestinaje, celestineo y celestinazgo, con igual significado de ‘acción de celestinear’. Aparte de, con el mismo sufijo -esco/a que le adhirieron a don Quijote y a don Juan (olvidé mencionar el adjetivo donjuanesco), celestinesco/a (‘perteneciente o relativo al personaje de la Celestina o a una celestina’). Es llamativo el uso del término celestina y sus variantes en la política, del cual les dejo aquí una muestra: “Por sus alcahueterías, también existe el celestinaje judicial” (Analítica, 4 de marzo de 2016), a propósito de la mediación interesada de este poder del Estado en favor de los adversarios de otro.

Karent Urízar González

Referencia de la imagen: Ilustraciones de El Quijote de Gustave Doré. Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/portales/miguel_de_cervantes/imagenes_quijote_dore/imagen/imagenes_quijote_dore_06_cervantes_quijote_dore/

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