Castellano de descanso y vacaciones

Por , publicado el 16 de diciembre de 2020

El Diccionario panhipánico del español jurídico (2020) define el término vacaciones como el ‘período del año en el que los trabajadores descansan temporalmente del trabajo’. Especifica que en algunos países es también el ‘período anual de descanso de catorce días laborales, con disfrute de salario, que se concede obligatoriamente al trabajador cada vez que cumple un año de servicios ininterrumpidos en una empresa’. Cada empresa, así como cada país, tendrá su propio sistema normativo y sus periodos, pero en lo que todos coinciden es que se trata de un derecho de todo trabajador, así como también lo es de todo estudiante.

Este vocablo es usado comúnmente en plural, como lo recoge el diccionario jurídico, pero también es correcto –si bien escaso– su uso en singular, vacación (del latín vacatio, – onis). El DLE (2014) recoge el término solo en singular, aunque en las dos primeras acepciones reconoce que es más usado en plural (U. m. en pl.) e incluye como tercera y cuarta acepción, poco usadas (p. us.), las de ‘acción de vacar’ (‘quedar un empleo sin persona que lo desempeñe’) y ‘cargo o dignidad que está vacante’. Su procedencia es del término latino vacuus (vacío, desocupado), aunque sea más común el término vacancia.

Vacación, como ‘descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios’ (DLE, 2014), tiene sus orígenes en la antigua Roma. Jorge García Sánchez relata en su artículo “Los romanos se van de vacaciones” (sitio web Historia. National Geographic, 13 de enero de 2019) que los romanos viajaban por múltiples motivos: comerciales, profesionales, familiares, religiosos, intelectuales…, pero siempre diferenciaban el negotium, cuando se encontraban en sus quehaceres diarios, del otium como tiempo de descanso. También la palabra turismo, aunque llegó al español en tiempos modernos desde la lengua inglesa, tiene un remoto origen latino en tornare, ‘volver o hacer girar’, como implica todo viaje de ida y vuelta.

En la Edad Media muchos romanos poseían segundas residencias para cambiar de aires en verano, huyendo de la malaria y otras enfermedades que solían azotar los  pantanosos alrededores de la urbe. Para quienes se lo pueden permitir, esta práctica de tener una segunda residencia o lugar donde ir a cambiar de aires permanece hasta nuestros días.

Como días de descanso en la Edad Media se asienta, según revela Infobae en su artículo “Historia de las vacaciones” (12 de setiembre de 2015, traducción de Claudia Peiró), el precepto bíblico del Sabbat para que el hombre no caiga en la esclavitud del trabajo, de lo cual se deriva no solo el nombre del día de la semana preferido por casi todo el mundo, sino el adjetivo sabático tan anhelado por los trabajadores con muchos años de carrera a sus espaldas. Sin embargo, en el Occidente cristiano los clérigos recomendaron trasladar el descanso al día siguiente, el domingo, es decir, el dominicus dies o día del Señor. Del acoplamiento de ambos proviene el moderno concepto de fin de semana, o, como acaba de registrar por fin el diccionario académico, el coloquial finde.

A partir del siglo XVIII, se tomaban vacaciones a modo de turismo terapéutico. Es entonces cuando las clases pudientes europeas escogen como destino muy popular los balnearios construidos junto a aguas termales. El más famoso estaba en la ciudad belga de Spa, cuyo nombre ha acabado por ser el de cierto tipo de ‘establecimiento que ofrece tratamientos, terapias o sistemas de relajación, utilizando como base principal el agua, generalmente corriente, no medicinal’ (DLE, 2014), definición que se puede simplificar como un lugar para relajarse y descansar.

No hay, en fin, que ser pudiente –ni romano– para tomarse un relajante periodo en el que cambiar el negocio por el ocio y disponer de un lugar donde pasarlo. Deseamos a nuestros lectores de Castellano Actual la mejor fortuna en ello para este verano (en el hemisferio Sur), por más que nuestros tiempos parezcan indicar que lo terapéutico no es viajar, sino permanecer en casa, y muchas habitaciones de hotel vayan a quedar lastimosamente vacantes este verano.

 

Un comentario

  • Jacinto Gonzáles dice:

    Es curioso que en la descripción del descanso no se mencione el cambio de actividad.
    Una sale de la oficina donde ha trabajado más de ocho horas de lunes a viernes y para “descansar” el sábado se va al club a jugar frontón.

    Un jubilado me contó que cierta vez cuando le preguntaron ¿a qué te dedicas? y respondió “al ocio”. Y le repreguntaron, ¿sabes lo que es el ocio? Y le explicaron, el ocio es la actividad laboral o contemplativa sin lucro, por el puro gusto de hacerla. El negocio es la negación del ocio, esto es lo mismo, pero por lucro. Últimamente el ocio se confunde con la ociosidad, el vicio de no hacer nada, el ocioso es un vago,

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