Algunos apuntes sobre la antroponimia  

Por , publicado el 16 de marzo de 2022

Antroponimia, que proviene del griego ἀνθρωπο [ántropo]: ‘hombre’ y ὀνομα [ónoma]: ‘nombre’, tiene dos acepciones: 1. f. Ling. ‘Estudio del origen y significación de los nombres propios de persona’ y 2. f. Ling. ‘Conjunto de nombres propios de persona’ (DLE, 2014).

El nombre propio es un signo lingüístico, así que posee significado y significante: “Los nombres propios son, pues, signos completos tanto en el plano de la lengua como en el del habla” (López-Franco, En torno al semantismo de los nombres propios. Entre debate y síntesis teórica, 2014, p. 70). En la actualidad, el antropónimo se conforma por la yuxtaposición de tres elementos: nombre de pila + apellido paterno + apellido materno, aunque en algunos países como Portugal y Brasil estos dos últimos elementos van invertidos y en Argentina solo se usa un apellido, el paterno o el materno.

Los antropónimos son los nombres propios con los que se les conoce a las personas, pero también tanto social como culturalmente manifiestan una relación de los sujetos que asignan nombres con aquellos que los reciben. Un claro ejemplo lo encontramos en nuestra historia colonial: los españoles, amos o dueños de esclavos, colocaban a sus esclavos el nombre de pila y solo opcionalmente un apellido. Como su interés estaba puesto en identificar a su esclavo, se añadiría luego a este sistema básico otros elementos equivalentes a la casta, condición social y pertenencia del amo u otros rasgos identificatorios como los gentilicios y el oficio (Cuba-Manrique, 2002, Antroponimia e identidad de los negros esclavos en el Perú).

Por su parte, Campo y Rabelo (Clasificación motivacional de los nombres de pila basada en la relación estructura–referente, 2021) presentan un interesante estudio de los referentes de los nombres, es decir, de aquellos nombres de personas, ya sean paradigmas reales o ficticios, específicos o universales, que sirven de modelo para nombrar a un recién nacido. Siguiendo lo investigado por diversos autores expertos, estos referentes los clasifican así: los familiares (los nombres de los padres, abuelos, bisabuelos, o de padrinos y amistades de los padres); los religiosos (los nombres de papas, santorales católicos, nombres de advocaciones, etc.), los de personalidades (vinculadas a deportes, ciencia, historia, la política, obras musicales, teatrales, literarias, cinematográficas, radiales, televisivas, etc.) y los naturales y geográficos (tomados de referentes y fenómenos naturales, así como nombres de plantas, piedras preciosas, objetos, o bien de topónimos vinculados a ciudades, regiones, naciones y continentes).

En cuanto al aspecto ortográfico, los antropónimos se deben escribir con letra inicial mayúscula y ¡sí tienen ortografía! Para insistir en esto, copio la respuesta dada por la Academia al respecto: “No es cierto que los nombres propios puedan escribirse de cualquier forma, sino que poseen una grafía fijada por la tradición y se acentúan gráficamente según las reglas. Si un nombre está mal acentuado en el registro, debe corregirse”. Y, en cuanto a la utilización de letras, se debe respetar la forma como nos registraron (OLE, 2010). En algunos países, debido a la tecnología tipográfica empleada en los registros civiles, los antropónimos se muestran en los documentos oficiales sin tilde, así que son sus ciudadanos quienes en su día a día deben corregir esto para no avalar tales incorrecciones.

Por último, como una curiosidad, añadiré que con motivo de Fiestas Patrias de 2021, el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) publicó un reporte de los 40 nombres y los 40 apellidos más populares en Perú: los tres primeros nombres en la lista, después de María (928.240), fueron José (696.021), Luis (556.570) y Juan (554.667), mientras que los apellidos más usuales son Quispe (1’212.114), Flores (763.245), Sánchez (680.395) y García (658.376) (https://diariocorreo.pe).

 

2 comentarios

  • Jacinto Gonzales dice:

    Algunos apuntes adicionales sobre la antroponimia que la creo algo mutante, estacional, política y hasta creativa. Me consta haber visto en Venezuela mencionar a una persona llamada Madeinusa Chaves.

    El Reniec no lo menciona, pero tengo la sensación que María y Rosa cada vez se usan menos y están apareciendo nombres nuevos y otros de la farándula, como Ivana.

    Ya no se usa el almanaque con el “santoral del día”, los nombres que de rigor se usaron y motivó que algunos fueron bautizados como Asunción, Natividad …y algunas rarezas.

    Qué motivo que me pongan Jacinto, no lo sé.

  • Armando Del Puerto dice:

    Desde los albores de la humanidad, el hombre empezó colocándose epítetos para distinguirse de los demas. A medida que aumentó la población, se necesitó que un determinado calificativo se distinguiera de otro similar. Las sociedades modernas llevan registros bien catalogados de cada miembro de su población, cada cual está empadronado con número único para evitar su sustitución. No sabemos lo que nos depare el futuro.

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