¡Qué robo!

Por , publicado el 8 de octubre de 2025

Si bien el título es un enunciado exclamativo que indica, en un registro formal, asombro ante delito; en jerga juvenil, puede designar una injusticia, por ejemplo, si a los colegiales los castigan privándolos del recreo, ellos dicen: «¡Qué robo!» (¡Qué injusto!).

Dependiendo del contexto verbal o la situación comunicativa también significa ¡qué suerte! (¡qué robo, encontré este billete!) o ¡qué ganga! (¡qué robo, con ese premio!). Entonces, ¡qué robo! expresa algo inesperado ya sea positiva o negativamente.

La jerga, como bien dice el Diccionario de la lengua española (2025, v. 23.8 en línea), es un lenguaje especial informal utilizado originalmente con propósitos crípticos por determinados grupos. En el caso de los adolescentes y preadolescentes refleja una manera particular de hablar que los vincula con un determinado grupo social creando su propia identidad generacional.

Atendiendo a la diacronía del lenguaje, la jerga puede cambiar de significado según la edad, por ejemplo, para la generación X cachudo es el hombre al que le han sido infiel; en cambio, para la generación Z y Alfa es aquel jugador de futbol cuyo tiro cae en el palo del arco. Mientras que los ochenteros equiparan informalmente lo canearon con ‘lo metieron a la cárcel’, los llamados «nativos digitales» lo identifican con ‘lo echaron’ o ‘contaron sus secretos’. En la actualidad, ¡qué cana eres! significa ‘¡qué chismoso o acusete eres!’, pues canear lo vinculan con acusar.

Asimismo, la jerga puede cambiar de significación acorde con el lugar donde se use, por citar ejemplos, pija/o es usado despectivamente para referirse a una persona adinerada en España, pero en países sudamericanos alude al órgano sexual masculino; mono en España significa ‘bonito o lindo’, en Colombia ‘persona rubia’, en Ecuador ‘ecuatoriano costeño’ y en el resto de los países sudamericanos no es jerga aludiendo al ‘primate’.

Siempre los jóvenes se han comunicado con un argot creativo que, muchas veces, solo ellos entienden; sin embargo, hoy en día, el uso de las redes sociales y tecnología hacen que estas innovaciones se extiendan y muten rápidamente: ¿Dónde está la queso? (la que soporta); Ganamos más mil de aura (algo increíblemente bueno o excepcional), Tengo un look para devorar (una apariencia irresistible); Esas zapatillas me dan cringe (vergüenza ajena), etcétera.

La jerga juvenil se caracteriza, precisamente, por la creación de nuevas palabras (bugueado ‘falla en la consola o videojuego’; cringe ‘gran vergüenza o vergüenza ajena’, fachero/ito ‘buen aspecto o muy bonito’ de facha). También por el uso de anglicismos (aesthetic ‘algo visualmente hermoso y llamativo’, bestie ‘mejor amigo’ de best friend; chill de chill out ‘relajado’, ‘tranquilo’ ogenial; cool ‘bacán’, crush ‘amor a primera vista, platónico o inalcanzable’ o ‘persona que te gusta’ de la expresión inglesa have a crush on ‘estar enamorado de’; prime ‘mejor versión o momento’; random ‘inesperado, aleatorio, sin sentido o al azar’; slay ‘excelente o sobresaliente’), por el acortamiento de términos (bro en vez de brother; lit por literal, sis en lugar de sister), por la metátesis o alteración de sílabas (ñoba por baño, fercho por chofer), por la adopción de significados nuevos para palabras existentes (ayunar no es dejar de comer, sino ‘irte muy mal’; campear no significa salir en busca de algo o alguien, sino estar parado sin hacer nada esperando que alguien venga para hacer algo; devorar no es consumir o comer apresuradamente, sino ‘sobresalir o irte muy bien’; mítico o épico no es usado para referirse al mito o lo relativo a la epopeya, sino a cualquier hecho que les parece ‘impresionante o espléndido’), etcétera.

Que las diferencias lingüísticas no nos aparten de la comunicación con los jóvenes y preadolescentes. Son parte de una etapa, su forma de sentirse incluidos y diferenciarse del resto. A los mayores nos queda reforzar que la jerga se debe usar en el registro informal, ya que «el hábito hace al monje» y no queremos fosilizarla en el registro formal.

No etiquetemos a la jerga juvenil como una red flag ‘un problema’, rompamos las barreras y abramos un puente iconic ‘representativo’ con green flag ‘relación respetuosa’ entre las generaciones. Hagamos sentir a los jóvenes y preadolescentes que están en su prime con sus modismos cuando saben dónde usarlos.  Así no nos dirán: «¡Qué robo!» si prohibimos las jergas en el lenguaje académico.

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