¿La ch y la ll han desaparecido?

Por , publicado el 8 de agosto de 2025

Hasta hace algunas décadas, los hablantes de español aprendíamos que el alfabeto de nuestra lengua incluía más de 27 letras, entre ellas la “ch” y la “ll”. Estas grafías ocupaban un lugar propio  la secuencia alfabética y figuraban de manera independiente en los diccionarios. Sin embargo, con el paso de los años, la Real Academia Española (RAE) oficializó un cambio importante: ambas dejaron de considerarse letras independientes del abecedario. Esta modificación generó desconcierto en muchos usuarios del idioma. En este artículo, intentaremos explicar el origen y la evolución de estas formas gráficas para entender mejor el sentido de esta decisión.

La ch se incorporó al español durante la Edad Media como representación del fonema africado postalveolar sordo, un sonido ausente en el latín vulgar, lengua de la cual deriva el español. Este fonema surgió por diversos procesos de cambio fonético. Por ejemplo, palabras latinas con el grupo -ct- en su interior evolucionaron en español a términos con ch: LECTE > leche; PECTO > pecho; NOCTE > noche. En América, la presencia de ch se reforzó con la influencia de lenguas indígenas como el náhuatl, lo que permitió la incorporación de voces como chile, chicle, chocolate, chapulín, etc.

Por su parte, la ll también tiene su origen en el español medieval, como resultado de la transformación de ciertos grupos consonánticos del latín. Así, la geminada ll (consonante que se pronuncia con una duración más larga que una consonante simple) dio origen a palabras como CABALLUS> caballo, y combinaciones como cl, pl y fl evolucionaron en algunos casos hacia ll: CLĀVEM > llave; PLUVIAM > lluvia; FLAMMAM > llama.

Tanto la ch como la ll son, en realidad, dígrafos: combinaciones de dos letras que representan un solo fonema. La secuencia ch (che) representa el sonido que escuchamos en palabras como chalina, cheque, chimenea, choclo o chuleta; mientras que ll (elle) representaba originalmente el que encontramos en llanto, llegar, llorar o lluvioso. Con el tiempo, estos dígrafos adquirieron el estatus de letras convencionales y, como tales, “tuvieron un apartado propio dentro del diccionario académico desde su cuarta edición (1803) hasta la vigesimoprimera (1992), de modo que las palabras que comenzaban por esos dígrafos o los contenían se ordenaban alfabéticamente aparte, es decir, después de completarse la serie de palabras con (Ortografía de la lengua española 2010, §5.4.1.1)

No obstante, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se decidió excluir estos dígrafos del abecedario. La razón principal fue que, al tratarse de combinaciones de dos letras, no debían gozar del estatus de letras independientes. Así, se unificó el criterio con el de otros dígrafos del español, como qu, gu o rr, que nunca fueron considerados letras en sí mismas. A partir de entonces, el alfabeto del español quedó conformado solo por 27 letras: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. Los 5 dígrafos —ch, ll, qu, gu, rr— no figuran en él. Como explica la RAE, con este ajuste “el español se asimilaba al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus fonemas” (Ortografía de la lengua española 2010, §5.4.1.1).

Es importante destacar que esta medida no implicó la desaparición de la ch y la ll del idioma, como algunos pudieran creer. Ambos dígrafos siguen existiendo y se utilizan normalmente en la escritura. Lo único que cambió fue su condición dentro del alfabeto. Una de las consecuencias más visibles de esta decisión fue la nueva manera de ordenar las palabras en los diccionarios: hoy, aquellas palabras que inician con ch o ll se ubican dentro del bloque de palabras con c o l, respectivamente. Por ejemplo, en un diccionario actual, la palabra chuleta se encuentra entre cebolla y ciclón, ya que la letra h va después de la c con e y antes de la c con i. De igual forma, si ordenamos los términos llama, liso y lobo, el orden correcto sería liso, llama, lobo. Aunque esto pueda parecer confuso al principio, se trata simplemente de aplicar el orden alfabético estándar y así las encontraremos fácilmente si tenemos que localizarlas en un diccionario en físico.

Como dato adicional, conviene recordar que el dígrafo ll fue inicialmente empleado para representar un sonido lateral palatal distinto del de la y; sin embargo, en muchas variedades del español esta diferencia fonética se ha perdido. Este fenómeno se conoce como yeísmo, lo que provoca que ambas grafías se pronuncien igual en la mayoría de los países hispanohablantes.

En conclusión, la decisión de retirar la ch y la ll del listado de letras del alfabeto responde a una necesidad de modernización y estandarización ortográfica. No afecta su uso ni su presencia en el idioma, pues continúan cumpliendo una función esencial en la escritura y la fonología del español. Su historia es, en realidad, un reflejo de los cambios y ordenamientos de la lengua.

3 comentarios

  • Victoralfonsosantillanhuaman@gmail.com dice:

    Que no desaparezca

  • Luis Dileo dice:

    Buenos días.
    Por favor, en los determinantes como el artículo La, su letra a es un morfema flexivo? Entiendo que de ser así la L es su raíz.

  • Nusmen Hernández dice:

    A esa letras en el castellano se le consideran mudas.

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