Sobre la letra del Himno Nacional del Perú 

Por , publicado el 28 de julio de 2025

El Himno Nacional del Perú, compuesto en 1821 por José de la Torre Ugarte y José Bernardo Alzedo, constituye una de las expresiones más significativas del sentimiento patriótico de la nación peruana, que se afirma en actos escolares y se honra en eventos oficiales. Detrás de su letra hay una construcción literaria y lingüística muy rica que expresa los ideales y emociones libertarios que alumbraron la independencia del país. Comprenderlo ayudará indudablemente a valorar nuestra herencia cultural.  

Para empezar, definamos qué es un himno. Según el Diccionario de la lengua española (DLE, 2014) se trata de una ‘composición musical emblemática de una colectividad, que la identifica y que une entre sí a quienes la interpretan’. En el caso del Perú, esto se concreta en los temas que se desprenden de la letra del himno: libertad y lucha contra la opresión, patriotismo, gloria a los libertadores, identidad nacional, sufrimiento, esperanza y compromiso con la defensa de esa libertad. En su coro o estribillo y seis estrofas (de las que solo se canta oficialmente la sexta), los términos se agrupan en los campos semánticos de lo cívico (patria, bandera o pendón bicolor), lo religioso (el Eterno, Dios de Jacob), la geografía y el pueblo del Perú (los Andes, costas, Lima, compatriotas), el dominio español (España, tirano, playas de Iberia), más referencias a los libertadores (San Martín) y el pasado incaico (Inca, además de las menciones al dios sol al que se rendía culto en el Tahuantinsuyo). 

Desde el punto de vista lingüístico, en la parte del himno que se canta actualmente, las formas verbales no describen acciones pasadas ni futuras concretas, sino que principalmente resaltan deseos y mandatos para los peruanos, en modo subjuntivo (niegue, faltemos, sostengan, anuncie) e imperativo (seámoslo, vivamos, renovemos). Asimismo, se emplea un léxico culto para dar solemnidad al texto, sobre todo en la primera estrofa (la que cantábamos antes del 2008): ominosa, indolencia, cerviz. 

En cuanto a la métrica, el Himno Nacional del Perú está compuesto por un coro de 4 versos y 6 estrofas que son coplas de 8 versos decasílabos, de los cuales los pares tienen rima aguda en -ó- (sol, elevó, bicolor, dio, Jacob). El ritmo se basa en la repetición de grupos de tres sílabas, dos átonas y una tónica, lo que se conoce como anapesto. Para comprobarlo, léase sin música, el conocido fragmento que sigue (con fuerza de voz en la sílaba subrayada y respetando las uniones de las vocales finales e iniciales de palabras contiguas, llamadas sinalefas). 

So mos li /bres, se á /mos lo siem pre, 

Yan tes nie /gue sus lu /ces el sol, (+1) 

Que fal te /mos al vo /to so lem ne 

Que la pa /triaal E ter /noe le . (+1) 

De figuras literarias, en “antes niegue sus luces el sol” encontramos tanto una personificación (‘Atribución, a las cosas inanimadas o abstractas, de acciones y cualidades propias de los seres animados, o a los seres irracionales de las del ser humano’ DLE, 2014) como una hipérbole o exageración, donde el voto solemne de libertad se afirma como más duradero que la propia vida del astro rey. Por otra parte, su peculiar ritmo se logra gracias al hipérbaton (‘alteración del orden que las palabras tienen habitualmente en el discurso’ DLE, 2014): “En su cima los Andes sostengan / la bandera o pendón bicolor / que a los siglos anuncie el esfuerzo/ que ser libres, por siempre nos dio” sería gramaticalmente más ordenado así: “Que los Andes sostengan en su cima la bandera o pendón bicolor, que (la bandera) anuncie a los siglos (futuros) el esfuerzo que nos dio ser libres por siempre”, aun a costa de acumular una oración subordinada tras otra. Por último, la antonomasia o empleo de ‘un nombre apelativo en lugar de uno propio’ (DLE, 2014) se aprecia en la alusión al Dios de Jacob para referirse a la deidad creadora y todopoderosa de la tradición judeocristiana (Jacob es uno de los patriarcas bíblicos, que recibió el nombre de Israel), aunque pueda pasar algo inadvertida ya que se la suele designar, simplemente, como Dios. 

Para terminar, comentaremos que está algo extendida la bienintencionada leyenda de que nuestro himno nacional está reconocido como “el más bello del mundo después de La Marsellesa”. Basta una excursión por internet para descubrir que muchos países afirman lo mismo… de sus propios himnos, y tal vez también para preguntarse quién tiene autoridad para asignar esos puestos. De todas maneras, los méritos literarios de esta canción, la única conocida por todos los peruanos, son algo secundario: su interpretación en actos públicos la muestra como un signo de unidad, memoria de un origen y declaración de unos afanes en los que, por grandes que sean las dificultades, nuestro pueblo no debe perder la esperanza.

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