Desde hace un tiempo, además de estudiar, trabajo en el Museo Jade Rivera. A la par, soy integrante del Coro universitario, donde, actualmente, preparamos un concierto con orquesta por su 20.º aniversario.

Mantener estos tres espacios activos no ha sido sencillo, pero sí ha sido profundamente enriquecedor. Este ritmo de vida no es nuevo para mí. Al inicio, sentía que no llegaba a nada: los plazos se me escapaban, el cansancio se acumulaba y los ensayos exigían más de lo que creía que podía hacer.

Entonces, fue clave para mí dejar de improvisar y empezar a organizarme a conciencia, con herramientas de planificación, como aplicaciones, que se adaptaran a mí. Fijé prioridades, según los momentos clave de cada ámbito.

Con el tiempo, entendí que el coro no era un extra, sino un refugio. Cantar me renueva y me conecta con el estudio y el trabajo: la cultura viva. Hoy, trabajar, formarme como profesional y cantar no son mundos separados, sino partes de un mismo camino. El equilibrio no es perfecto, pero sí es posible. El intento he ganado más de lo que imaginaba: disciplina, pasión y una comunidad donde el arte y el esfuerzo nos unen.

 

ALDO LOZADA OJEDA

HISTORIA Y GESTIÓN CULTURAL, VII CICLO. CAMPUS LIMA