Flor Hau Yon: “La UDEP es una lección de vida excepcional”
Enseña desde hace 44 años; sin embargo, nos dice que cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo, también, de sus alumnos. Flor estudió Ingeniería en la universidad, donde descubrió su vocación por la docencia, conoció a su esposo y estudiaron sus hijos y sobrinos, todos en Ingeniería. Por Elena Belletich.

Flor Hau Yon Palomino es de Trujillo, pero lleva más años en Piura. Cuando recién había terminado la secundaria, acudió a una charla del doctor Ramón Mugica en la Cámara de Comercio de Trujillo (1981) y se enteró de que existía la Universidad de Piura.
Aunque le gustaba mucho la idea de estudiar Medicina, decidió considerar los resultados de los test vocacionales que indicaban su orientación hacia la Ingeniería y estudiar en la UDEP. “Me decidí por la Ingeniería y no me arrepiento. Mis años en la universidad fueron los mejores y aprendí mucho. Tuve los mejores profesores, que nos formaron con su ejemplo y dedicación. Los ingenieros llegaban puntuales a las clases, se vivía un clima de laboriosidad, exigencia y cariño que te formaba y animaba a ser como ellos, personas íntegras en todos los aspectos. Nunca dejaron de dictar una sola clase”, comenta.
La incursión a la docencia
Estaba por terminar sus estudios, cuando en 1986, la doctora Carmela Aspíllaga, entonces directora del programa académico de Educación, le preguntó si quería ser profesora. Para entonces, Flor ya tenía cierta experiencia, pues corregía prácticas de Física a los alumnos del primer año de Educación, a quienes el doctor Mugica dictaba el curso de Física. “Acepté la propuesta. Recuerdo que le dije que estaría mientras hacía la tesis; pero, finalmente, me quedé. Es lo mejor que me ha podido pasar”. Comenzó dictando Matemáticas I, II y III y Álgebra.
A mitad de su carrera, conoció a quien sería su esposo, William, él estaba en el último ciclo. Tienen cuatro hijos y todos han estudiado Ingeniería en la UDEP.
Hoy, con casi 44 años en la docencia, expresa. “Lo que más me gusta de esta es que se puede ayudar a los jóvenes a mejorar en lo académico y profesional y, sobre todo, en el plano personal, eso te da muchas satisfacciones”.
¿Tus mayores recompensas? “Todas. Siempre aprendo de cada uno de mis estudiantes, del que sabe y del que no. Incluso cuando he tenido que desaprobar a alguien. Recuerdo a una alumna que desaprobó en el último año, se fue molestísima. Tiempo después, en uno de los reencuentros de egresados, se acercó y me agradeció. Me dijo que realmente merecía desaprobar, pero que en ese momento no lo entendía. Eso me reafirma y estoy convencida de que siempre hay que actuar con justicia, aunque a veces te cueste hacerlo”.
Flor también sabe que la satisfacción más grande de un profesor es “ver crecer a sus estudiantes en todos los aspectos; esa es la mayor alegría. Pienso que es como con nuestros hijos, nuestra mayor satisfacción es que logren superarnos”.
Actualmente, Flor dicta asignaturas en la especialidad Matemáticas y Física: Álgebra, Álgebra lineal y geometría analítica, Planificación y didáctica de las matemáticas, Prácticas preprofesionales A, B, C y D. “Los alumnos deben saber los fundamentos y las formas de enseñar las matemáticas para despertar el gusto por la asignatura. Es todo un reto hacer que les guste estos cursos”.

El educador y las ciencias
Aunque la percepción mayoritaria es que los cursos de ciencias son muy difíciles, “las ciencias ayudan en el día a día; y, todo lo que nos rodea es ciencia”, comenta Flor. Además, resalta la labor del educador en la sociedad y en la vida de las personas. “Su rol no es solo enseñar conocimientos, va más allá; debe desarrollar en sus estudiantes un sinfín de valores que les ayuden a mejorar como persona, como dice nuestro lema, a ser mejores personas, mejores profesionales”.
En este sentido, Flor Hau Yon expresa un recuerdo agradecido a quienes han sido sus mejores maestros: “Primero a mis padres; y, en la universidad, al ingeniero Mugica y a la profesora Carmen Negreiros, por su integridad, por su trabajo bien hecho y por el ejemplo de vida que me han dado. Y, en general, pienso que, esencialmente, la UDEP es una lección de vida excepcional”.
Lo más difícil de la tarea docente, agrega, es “cuando quieres ayudar a alguien y no se deja”. Convencer a una persona de que algo es bueno no siempre es sencillo, y ahora más que nunca. Los estudiantes quieren todo fácil, tener todo a la mano y rápido, no le dan mucho valor al esfuerzo. Por ello, los maestros, debemos tener más presente que nunca que para triunfar en la vida, “hay que poner todo en las manos de Dios; y, al mismo tiempo, dedicar mucho esfuerzo, ganas y cariño en todo lo que hacemos”.



