Vivo con un diagnóstico complicado. Hay días que pesan más que otros. A veces, una compañera silenciosa camina conmigo durante el ciclo, en cada crítica y entrega. Es una presencia constante. En ocasiones, le hablo de mis proyectos y creo que, en el fondo, la inspiran.

No dejo de tener preguntas. Aprender algo nuevo es como abrir una puerta al infinito. Pero, hay algo más allá del plano académico: lo humano.

La música del Coro UDEP, tocar el piano, la jardinería, el voluntariado en CIMA, hasta observar las plantas bajo el sol piurano: todo eso me recuerda que esto también es arquitectura; y que cada sombra, cada gesto, cada duda, cada detalle grande y pequeño y la sensibilidad por todo, también construye.

La crítica arquitectónica me ha enseñado más que los aplausos. A veces duele, incomoda, incluso humilla, pero ahí también hay verdad y conocimiento. He tenido miedo a equivocarme, a no estar a la altura, a ser juzgado; sin embargo, cada vez que caigo, recuerdo que aprender también es saber mirar con humildad y que nunca terminaré de aprender.

Estoy convencido de que ser arquitecto no es solo dibujar líneas: es tener el coraje de seguir, incluso cuando todo pesa. Y, si algo he construido hasta hoy, es la decisión de seguir.

 

ELI ABEL INGA CHERO

ARQUITECTURA, VII CICLO. CAMPUS PIURA